Tal vez una de las historias más escalofriantes que guarda el Museo de Ciencias Naturales de La Plata es la de los aborígenes capturados durante la Conquista del Desierto, que fueron tomados prisioneros y luego llevados a este edificio del bosque platense para pasar allí sus últimos días. Tras su muerte, los esqueletos de los fallecidos fueron puestos en exposición o guardados en cajones, en donde permanecieron durante décadas hasta que en la década de 1990 estos restos comenzaron a ser identificados y devueltos a sus tierras, en parte gracias al trabajo del grupo GUIAS (Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social).
Los trabajos realizados por este grupo se mencionaron en diversos medios de comunicación, e incluso realizaron un libro titulado “Antropología del genocidio”. En el anexo de dicha obra, al igual que en una nota publicada en abril de 2008 en la revista La Pulseada, se menciona otro hecho extraño ocurrido en el museo: La aparición de cruces esvásticas en los sótanos donde se guardaban estos restos humanos.
Este símbolo relacionado al nazismo apareció como unas marcas recientes en la mesa de la biblioteca, inscripciones con pintura en aerosol en varias cajas y también cruces en viejas latas de combustible.

Se pudo comprobar que las esvásticas de las latas de combustible no pertenecían al nazismo (ideología que se hace famosa en la década de 1930), sino que eran el logo de la compañía Anglo Mexican Petroleum Products, que distribuyó estos envases entre las décadas de 1920 y 1930.
El antropólogo argentino Julián Cáceres Freyre, que afirma que el antropólogo alemán fue presionado para que colaborara con los servicios de inteligencia de su país. “Comentan que trabajó los últimos ocho años de su vida a los servicios de las SS, y que murió allá en Alemania...”.
Luego de esta nota publicada en la revista La Pulseada, la arqueóloga Ana Igareta, quien está a cargo del depósito 25 del Departamento de Arqueología del Museo de Ciencias Naturales, hizo sus declaraciones al respecto: “Los que trabajamos hace años tratando de mantener los depósitos estamos indignados. No sólo por la impune manipulación de la información sino también por la incapacidad de diferenciar una esvástica hitleriana, o sea una esvástica sinistrógira, de un símbolo milenario de buena suerte, una esvástica dextrógira, utilizada en la India, Tíbet, Nepal y otras partes de Asia”. “El museo nunca tuvo presupuesto para tener cajones propios y siempre se usó lo que se tenía a mano”, acota Igareta. Cajas de bananas o de azúcar que contienen piezas arqueológicas lo confirman. “Estas no son esvásticas nazis. Los cajones eran de una empresa mexicana que se fusionó con otra de venta de petróleo de origen persa”.
En cuanto a los cajones que tienen una esvástica pintada con aerosol, Rodolfo Raffino, jefe del Departamento de Arqueología dice: “Son de hace menos de 30 años porque recién hace tres décadas que se usan estos aerosoles”. “No vamos a destruir esos cajones. Vamos a investigar cómo aparecieron acá”.
Fotos:
1. Museo de La Plata.
2. Las “cajas nazis” encontradas en el museo, con la cruz esvástica, logo de la empresa Energina.
3. Robert Lehmann-Nitsche y Oswald Menghin.
4. Rodolfo Raffino, jefe del Departamento de Arqueología, junto a las “cajas nazis”
Fuentes:
“Mitos y verdades sobre la presencia de nazis en la institución platense”, revista La Pulseada, abril de 2008
“El misterio de las cruces esvásticas”, Crítica Digital, 4/5/2008
“Antropología del genocidio. Identificación y restitución: 'Colecciones' de restos humanos en el Museo de La Plata”, Grupo GUIAS