Un hecho curioso para Gualberto Reynal (autor del libro “La historia oculta de la ciudad de La Plata”) sucedió en 1992. Él mismo relata en el capítulo XIV “Extraños y luctuosos sucesos” lo ocurrido, lo cual transcribo a continuación:
Mi primera disertación pública sobra la historia oculta, la pronuncié el 22/5/1992 […]. Preste atención a lo que sucedió con posteridad a esa fecha. Un sombrío, nefasto personaje vino a La Plata y trajo… ¡la muerte!
En efecto, el 4/6/1992 (pocos días después de mi charla), el Diario “El Día” anuncia la llegada de un águila mora, que se instaló en “las alturas de la Iglesia Catedral…”, dice “…que un águila mora ha vuelto a afincarse en los altos de la Iglesia Catedral y se alimenta de las palomas que caza”. El 17 del mismo mes y año, el matutino ya citado, sigue insistiendo en la misma sección: “disparen contra el águila” y alude a la presencia “de un joven, munido de una carabina telescópica infrarroja para caza nocturna” con la intención de “abatir al águila”.
¿Por qué tanta insistencia periodística? ¿Qué presagiaba? ¿Qué cosa grave estaba pasando para que un ave ocupara reiteradamente la atención de la prensa? ¿Por qué alguien quería exterminar al águila? ¿Estamos ante otra historia oculta?
Si, amigo lector, algo gravísimo estaba sucediendo. Pero antes de develar el secreto, de decirle la cruda verdad, lo voy a distraer ligeramente, pero siga prestando atención, porque todo está relacionado…
Aparte de decirlo ese matutino, todos sabemos que las águilas se alimentan de “…cuises… vizcachas… palomas”, como lo avala el profuso informe técnico del Dr. Juan O. Marinelli, jefe del Dto. Técnico del Jardín Zoológico de La Plata, refrendado por el Sr. Director de ese organismo, Dn. Juan Manuel Pascuali, que con suma eficiencia y celeridad respondieron a mi consulta por escrito, el 2/9/1992, que guardo en mis carpetas. ¿Esa águila se había escapado del Jardín Zoológico? No, en ese mismo informe precedentemente citado, el Sr. Director me contesta negativamente.
Vayamos a la simbología: ¿Qué representa la paloma? En su diccionario de símbolos, dicen Chevalier-Gheerban: “…es el símbolo del Espíritu Santo… es el Espíritu de Dios aleteando sobre la superficie… portadora de la rama de olivo y por consiguiente, de paz y armonía”. En su diccionario, J. A. Pérez Rioja nos asevera: “En la Sagrada Escritura, la paloma significa la inocencia…”.
¿A alguien le caben dudas sobre el simbolismo de las palomas? ¿Y qué simboliza el águila? Nos sigue contestando Chevalier-Gheerban: “El símbolismo del águila entraña… un aspecto maléfico… la reversión del símbolo de Cristo, hace de ella la imagen del Anti Cristo…”.
¡Señoras y señores, más claro no puede estar! ¡El águila es la imagen del Anticristo y la paloma el símbolo de la paz! ¿Y adónde vino la imagen del Anticristo? ¡A la ciudad que tiene el número 666 en sus bordes y en el interior!
A esta altura caben un sinnúmero de interrogantes, con múltiples y variadas respuestas. Veamos algunas: ¿El águila “vino” exactamente doce días después de mi disertación pública? ¿Antes no? ¿Dos meses después, tampoco? ¿Es común en esta zona la aparición de águilas? ¿Tiene fechas o períodos determinados para “venir”? Algunos sectores de opinión, entre ellos cristianos, creen que esa ave no “vino” sola: Alguien la trajo. Alguien la fue a buscar a zonas montañosas y la trajo como un “raro” regalo a los platenses. ¿Quién es ese alguien?
El citado informe del Jardín Zoológico, dice: “Distribución geográfica:… ocasionalmente se puede observar a estas aves (águilas) en la Pcia. de Buenos Aires…” Ocasionalmente. Es decir, que el águila no encontró mejor ocasión para venir que, tras mi charla. Desde su hábitat ¿No halló en su camino alguna sierra, algún edificio que no fuera la Iglesia Catedral de La Plata? Su destino, su meta, ¿Era esta ciudad? ¿Por qué?
Finalmente, el ave en cuestión desapareció como desaparecen tantas cosas en esta ciudad, se estima que fue matada, por las razones que voy a dar a continuación y que están relacionadas con ese secreto tan impactante que les prometí.
Ahora viene lo grave, lo tétrico, lo luctuoso, lo mortífero de la aparición “ocasional” del águila, la materialización de ese símbolo maléfico, cruel, perverso… ¡El Anti-Cristo!
Lo que leerá a continuación puede hacerle helar la sangre, causar estupor, hará recapacitar a más de uno; esto no es casual: ¿Dónde se posó el águila? En las alturas de la Iglesia Catedral. Y desde ese momento que llegó el águila a esta ciudad los primeros días de junio/92, ¿Qué pasó en las congregaciones católicas platenses?. Lea atentamente lo que escribo, que puede ser corroborado acudiendo a los medios del periodismo escrito de La Plata:
Día 26 de junio/92, (23 días después de llegada el águila), fallece Monseñor Roberto P. Lodigiani, Protonotario Apostólico.
Día 30 de junio/92, (4 días después), muere el padre Pascual Ruberto.
Día 5/7/92: Muere el sacerdote Juan Dionisio Monteverde.
Día 12 de julio/92: fallece el padre Miguel Verd Veny.
Día 3 de agosto/92: Muere la Hermana Robustiana Abedat.
Día 8 de agosto/92: expira el sacerdote José Gereis.
En 44 días mueren 6 religiosos, casi a un promedio de uno por semana. El águila estuvo merodeando la Iglesia Catedral, hasta los primeros días des septiembre/92, según la crónica periodística del 15/9/1992, en “El Día”. Durante su permanencia, 6 muertes significativas; se fue o desapareció esa ave, no hubo más muertes. Está todo dicho.
Fotos:
1. Gualberto Reynal.
2. Catedral de La Plata.
3. Águila mora.