El trazado de la ciudad de La Plata es tal vez la característica más notoria de la ciudad fundada por Dardo Rocha, y por esa razón se le han dedicado muchísimas entradas del blog para desarrollar este tema.
Existe un mito muy difundido, el cual dice que otra de las características notables que tiene este diseño es el hecho de que gracias a que forma un cuadrado perfecto, si se divide el perímetro de la ciudad por la extensión de una de sus diagonales mayores (diagonal 73 o diagonal 74) da como resultado el número π, equivalente a 3,1416...
Sin embargo, lo que olvidaron quienes hacen esta afirmación, es que el número Pi es una relación para los círculos, y por lo tanto jamás podría hallarse en un cuadrado, como lo es el trazado de La Plata. Para poder hallarse el número pi, primero habría que trazar un círculo imaginario entre los cuatro bulevares (con centro en Plaza Moreno), y ahí si, a partir de su perímetro y diámetro, podría obtenerse este número.
Fotos: 1. Mapa de la ciudad de La Plata con el perímetro en rojo, diagonal 73 en verde y diagonal 74 en azul.
Fuentes: “Un sueño, una Ciudad. La Plata Capital”, Logia La Plata Nº80 “Devotos de la escuadra y el compás”, revista La Pulseada
El 18 de octubre de 1977 fue un día trágico para La Plata. Durante la tarde de esa jornada se desató un incendio en el Teatro Argentino (construido en 1887) y el edificio quedó destruido por completo, conservándose en pie sólo su fachada exterior.
Tras esta trágica jornada, comenzó el rescate de los escombros de los pocos objetos que el incendio no había destruido… y fue enorme la sorpresa de la gente al encontrar que el fuego había dejado intacta la imagen de una virgen que se conservaba en los depósitos del teatro. Al ser una imagen realizada con papel y cartón, el hecho de que no hubiera sido dañada por el incendio fue considerado un milagro, y la “Virgen de las Cenizas” (como se bautizó en ese entonces) fue un milagro dentro de la tragedia del Teatro Argentino.
La figura había sido realizada por el Jefe de Utilería del Teatro Argentino, maestro Dino Orlandini para el primer acto de la ópera “Tosca”, y fue archivada en los depósitos del teatro al terminar la temporada de la ópera.
Tras rescatarla de los escombros del teatro, la Virgen de las Cenizas fue llevada a un altar en el extremo izquierdo de la catedral. El monseñor Antonio J. Plaza expresó en la misa en honor a la virgen: “Dios libró a la Inmaculada del fuego del pecado, y ha querido que esta imagen suya se vea también librada del fuego del Argentino, para que desde aquí bendiga todos los esfuerzos para que la ciudad tenga nuevamente su teatro, y su pueblo la anhelada paz”.
Posteriormente fue trasladada al museo de la catedral y restaurada por Raquel Orlandini, la hija del escultor que la había realizado. La imagen fue restituida al nuevo Teatro Argentino, en donde actualmente ya no se encuentra en exhibición.
Video: Incendio del Teatro Argentino:
Fotos: 1. Postal del antiguo Teatro Argentino de La Plata. 2. Foto de la Virgen de las Cenizas. 3. Llegada de la Virgen de las Cenizas a la Catedral de La Plata.
Fuentes: “La Virgen de las Cenizas, La Plata, Ciudad de Buenos Aires”, Argentina Para Mirar “Hállase en la Catedral la imagen del Argentino”, diario La Nación, 21/11/1977
Esta es la historia de uno de los tantos personajes platenses, que fue escrita por Ramón Tarruella en su libro "Mitos y leyendas de La Plata" y publicada en el diario Hoy bajo el nombre "La fantástica historia de Carniquicho, el perro más famoso de La Plata"
Así como tiene un trazado ejemplar que es admirado en el mundo entero, La Plata también atesora un amplio catálogo de mitos, anécdotas y leyendas urbanas, cuyos protagonistas -humanos o no- perduran en el recuerdo de aquellos que hoy peinan canas o, en el peor de los casos, ya no tienen qué peinar.
Muchas de esas historias -entre ellas la que nos ocupa- llegaron a trascender los límites de la metrópoli, para cobrar una notoriedad que bien vale la pena rescatar del ostracismo.
Despertaba la década del ‘60 con todo su bagaje político, artístico y cultural cuando, tímidamente y sin que nadie lo llamara, irrumpió en escena Carniquicho, un personaje regordete, amigable y entrador, que no tardó en conquistar uno de los grandes escenarios sociales con los que por entonces contaba nuestra ciudad: la emblemática esquina de 7 y 49.
No era un bohemio, amigo de las charlas largas y distentidas. Cómo podría llegar a serlo, si ni siquiera había sido bendecido con el don del habla. Es más, Carniquicho no era humano, sino un perro, raza perro que a diferencia de Lassie no necesitó de la chapa de los grandes linajes, para ganarse su lugar en el mundo.
De tonalidad té con leche -expresión a la que suele apelarse cuando el color es más bien difuso-, andar cansino y mirada complaciente, el pichicho estableció su parada en la vieja confitería París, para recibir las caricias y los donativos (alimenticios), de aquellos muchachos que solían juntarse sin más excusas que el saludable culto a la amistad.
Cuentan quienes tuvieron la dicha de conocerlo que irrumpía de nochecita, generalmente sin anunciarse (es más, el muy pillo lo hacía de manera enigmática como para no levantar la perdiz).
Peregrinaba luego por los bares de la zona, y bien entrada la madrugada abordaba el micro 7 para ir a descansar quién sabe a dónde. Subía con alguno de los muchachos, es cierto; pero nadie sería capaz de negar que el misterio se fue con él.
Algo es seguro: al día siguiente volvía a aparecer para repetir la rutina, que sólo se interrumpió aquella vez que cayó en cana.
Sí, el pobre Carniquicho -que nada tenía que ver con los desprestigiados cimarrones del Bosque, que décadas más tarde lo sucedieron- durmió a la sombra, y por extraña paradoja del destino, eso fue lo que catapultó su fama hasta límites insospechados.
La perrera, despiadada, odiada, y cruel, lo sorprendió aquella vez. Primero se dijo que alguien había tirado la bronca porque se propasó con una de sus congéneres; pero luego se supo que había sido acusado de hidrofobia o de despacharse, al menos, con un soberbio tarascón sobre la humanidad de algún incauto transeúnte. ¿Carniquicho rabioso? ¿Carniquicho agresivo? Imposible, si no molestaba a nadie; es más, “ni siquiera se le conocía el ladrido”.
Sea como fuere, su detención fue correspondida con un auténtico aluvión de reclamos. La ciudad -y más aún los muchachos del trocén- no escatimaron esfuerzos. Como si se tratara de una epopeya, o en todo caso de una férrea resistencia al autoritarismo inflexible de sus captores, la lucha se prolongó durante una semana y, como no podía ser de otra manera, se vio coronada con el éxito.
A Carniquicho no se le conocía dueño, pero todos lo querían; y quizá por eso el festejo fue tan emotivo: comida de primera en un café de 7 y 51, y movida de cola para devolver la atención.
Su fama corrió como reguero de pólvora, y fascinada por la popularidad del can, la producción de Sábados continuados lo convocó para que fuera a Canal 9. Hacia allá rumbearon él y sus amigos, a entrevistarse con una de las grandes personalidades de la época: el conductor Antonio Carrizo.
El mito -cuya tendencia a crecer con los años es equiparable sólo con las hazañas que cuentan los pescadores- dice que contestó las preguntas con acertado lenguaje perruno. Pero lo cierto es que saltó sobre un sillón y ahí se quedó sentadito, para agachar la cabeza cada vez que alguien extendía su mano para acariciarlo.
Está claro que Raúl Portal se hubiera hecho un festín y quizás hasta lo hubiera contratado de columnista o cosa por el estilo; pero eran otros tiempos y (a diferencia de lo ocurrido con Lassie) su paso por el mundo de la farándula resultó mas bien efímero (digamos que tuvo esos cinco segundos de fama de los que tanto se habla por ahí).
Después, llegaron los primeros signos de envejecimiento; sus trotes se hicieron más lentos, y aunque no modificó su carácter (ni resignó su buen humor) comenzó a anunciar su retiro.
Ya no volvió a pintar por el centro, y hacia fines de esa década alguien se ocupó de comunicar lo ocurrido. Carniquicho había muerto, poniéndole el punto final a una historia que muy difícilmente pueda llegar a repetirse. No sólo porque los callejeros que hoy deambulan sin rumbo no gozan de aquella popularidad, sino también porque el ritmo de vida actual no deja demasiados resquicios para el necesario ejercicio de la camaradería.
Esta historia ocurrida en La Plata fue escrita por Ramón Tarruella en su libro "Mitos y leyendas de La Plata"; acá les dejo lo que fue publicado en el diario Hoy hace unos años:
Todo comenzó una mañana de diciembre del año 1989. La ciudad amanecía a buen ritmo y se esperaba una intensa jornada de calor. Algunos vecinos del barrio de plaza Castelli salían a hacer las compras, otros regaban las plantas y otros, más apurados, corrían disparando hacia su trabajo. En medio de ese clima matinal, un joven salió a buscar unas cañas para su mujer.
Ella y él eran del barrio. Ambos estudiaban en la UNLP y vivían en un departamento. Ella tenía adoración por las plantas, y su deseo era que sigan creciendo firmes con el sol de la temporada estival que comenzaba.
A pocas cuadras de su hogar, en calle 22 entre 65 y 66, había una misteriosa casa abandonada. Su fisonomía recordaba a una de las típicas casas de Ensenada pero ubicada en pleno casco urbano platense. Su distribución era en forma de L, estaba construida mitad madera y mitad chapa, con techos bien altos y, para completar la visual de una postal ensenadense, a su costado crecían una gran cantidad de cañas, las cuales podrían ser el sueño de cualquier pescador mojarrero.
Con la misión de cortar algunas que sirvieran como tutores de las plantas de su mujer, el joven se coló en la misteriosa casa. Munido con una hachita de mano y con su mochila de viajero en el hombro, cortó y apiló unas cuantas cañas. Antes de salir de la casa, hizo un pequeño recorrido y llegó por el patio hasta su fondo. Fue allí que descubrió un inmenso tesoro en su interior.
Como una invitación latente, una de las puertas del patio trasero estaba entreabierta, él no dudó en cruzarla, y para su sorpresa la abertura condujo a dos grandes salas totalmente repletas de libros. Los había de diferentes tamaños, colores y formas, ordenados en estantes y en el suelo, apilados en torres de hasta medio metro. Todo el lugar estaba colmado de volúmenes, lo que hacía difícil un recuento rápido.
Antes de salir, sacudió el polvo de algunos y descubrió que en su mayoría eran libros de historia de diferentes épocas y lugares. Todo parecía indicar que el dueño de esos libros sería un académico o un historiador.
Antes de dejar el lugar, se adentró en una de las habitaciones del frente de la casa. El mobiliario era sólo una antigua cama de hierro, pero un detalle de la decoración llamó poderosamente su atención. Las paredes estaban totalmente colmadas de almanaques de tiempos remotos. De entre ellos alcanzó a distinguir una fotografía. Era de una formación militar posando en la cubierta de una fragata, cuyos miembros estaban vestidos con anticuados trajes de combate. Buscó en la cara de los marinos el semblante que coincidiera con su idea de intelectual o historiador, pero no llegó a ninguna conclusión. Sin dar más rodeos, salió disparando de la casa, tan rápido que se olvidó las cañas cortadas para su mujer.
Al volver a su casa, le contó a ella sobre su descubrimiento y juntos volvieron a la antigua casa, en busca de alguna de aquellas reliquias encuadernadas que, sin dudas, constituían todo un tesoro para dos estudiantes.
Al llegar, entraron en la casa y, con prisa y sin pausa, llenaron de libros el bolso de viaje llevado para esa misión. Sin demasiados miramientos ni criterio estético, colmaron el equipaje y volvieron rápido hacia su casa.
A los pocos días de la faena en la casa abandonada, regresaron a su pueblo para pasar las fiestas de Navidad. Hasta allí llevaron algunos ejemplares que lograron canjear por libros que necesitaban para la facultad. De su botín inicial sólo conservaron un ejemplar sobre la Edad Media de Henri Pirenne, y un ensayo sobre la historia de la ciudad griega de Rubén Calderón Bouchet.
Una vez de vuelta en La Plata, la pareja decidió volver al lugar. Cargados con el bolso de la vez anterior, llegaron hasta la puerta de aquella secreta biblioteca pero, para su sorpresa, alguien había colocado un candado doble en la puerta de hierro que daba al patio. Observaron hacia el interior y nada parecía haber cambiado desde su última visita, allí estaba el patio intacto y el monte de cañas bamboleando con el viento.
Ambos calcularon que alguien los había visto entrar y avisó a los dueños de la casa para que tomasen algún recaudo para velar por la seguridad de aquel ignoto templo del conocimiento.
Con la sensación parecida a quedarse sin fichas para la calesita, la pareja dio media vuelta y volvió hacia su casa. En el camino de vuelta tal vez se dijeron que ya había sido suficiente y en una de esas se contentaron de que nadie los hubiese atrapado cuando se hacían de aquellos preciados volúmenes que habían trocado.
A los pocos días de su última visita, la pareja advirtió que algo inusual ocurría no muy lejos de su casa. Escucharon muy cercana la sirena de los bomberos y salieron a la puerta para ver qué pasaba. Allí pasaban a raudales los vecinos en dirección a la casa de los mil libros, que hasta ese momento sólo tenía importancia para ellos dos. Al llegar, fueron testigos del final.
El preguntó qué había iniciado aquel incendio y algunos vecinos le dijeron que algunos remanentes de pirotecnia de las Fiestas habían ido a parar a la casa y desataron las llamas.
Todo el barrio estaba parado observando el increíble foco de fuego que se había activado en aquella solitaria casa. Los bomberos casi no daban abasto y redoblaban sus esfuerzos para contener las llamas. Desde lejos, ellos miraban la escena.
Fuentes: "Una ciudad de fábulas", Revista Tiempos, 18/3/2007 "La casa de los mil libros", diario Hoy, "Mitos y leyendas de La Plata", Ramón Tarruella
A continuación y aprovechando que nos encontrábamos en las inmediaciones del lugar de los hechos, nos dirigimos hacia la vieja usina hidráulica, ubicada a unos trescientos metros al otro lado del Puente Roma, que cruza un riacho color petróleo que divide a las localidades de Berisso y Ensenada.
Esa zona está plagada de refinerías de petróleo pertenecientes a la empresa Repsol YPF, contando además con amplias instalaciones portuarias destinadas a la carga y descarga del crudo y derivados. Es un paisaje netamente industrial, salpicado de zonas parquizadas y sin viviendas particulares. Existen vías férreas, líneas de alta tensión y todo lo que un buen ufólogo buscaría y esperaría encontrar cerca del lugar de un encuentro. Es un paisaje un tanto desolador, con gigantescos tanques de combustible de al menos treinta metros de altura, chimeneas y torres de venteo, barcos entrando y saliendo del puerto y algunos edificios de oficina.
Justamente allí, en la ahora abandonada usina hidroeléctrica, con todo el aspecto de un castillo medieval, fue donde se habrían avistado unos extraños “gnomos” arrojándose y desapareciendo dentro de un pozo, por parte de testigos anónimos. La encuesta realizada a personal de vigilancia de Repsol YPF ubicados en una playa de estacionamiento contigua al predio de la usina, arrojó resultados negativos, ya que esta persona que hace años se desempeña allí, jamás había oído hablar del caso. En cambio, nos refirió que hace unos años, en las cercanías del lugar y yendo hacia la ciudad de La Plata, “algunos niños” habían asustado a la gente con calabazas iluminadas con velas durante la noche, lo que habría llevado a algunos a presumir la presencia “extraterrestre” en la zona. Nada más pudimos averiguar por el momento.
Así fue que ya siendo más de las 19,30 hs., emprendimos el regreso a Berisso a fin de entrevistarnos con el Sr. Luis Furlano.
Muy desconfiado, alegando que se debía a la ola de inseguridad que hay en todas partes, el testigo se negó a atendernos en el interior de su vivienda y además agregó que no le gustaba la idea de hablar de esto y de que otra vez se difunda su nombre ya que lo habían cargado mucho en su trabajo por aquél suceso.
De todas maneras accedió a contar los hechos y se prestó a un breve interrogatorio ya que su relato resultó por demás pobre, notándose en él las pocas ganas de volver sobre el tema de nuestro interés.
* Transcripción de la entrevista:
Entrevista realizada a Luis Furlano por Mariela Verónica De Tomaso y Miguel Ángel Gómez Pombo el día 31 de mayo de 2002 en la puerta de su domicilio en Berisso.
Yo llegué a la fábrica con la cabeza a mil viste, porque nunca me había pasado.
¿A qué distancia los tuvo? Y...más o menos de aquí hasta la reja aquella (señala una distancia de aproximadamente 15 m). Y eran...precisarte si eran 6 o 7 no me acuerdo bien porque ya te digo, menos mal que vino el micro 14 (por el 214) que justo ese día vino enseguida sino yo no sabía...me temblaban las piernas.
¡¿Eran 6?! Sí, sí, no era una sola, 6 o 7 eran, varios, no me acuerdo pero eran una bandita. Uno de esos muchachos medio se trastornó (por Poli) porque venían de un cumpleaños o algo así y decían que les habían puesto alguna droga en el cumpleaños porque puede ser haber visto eso. No quería salir de la casa.
¿Decían que estaba drogado? Que fue una alucinación le decían, pero yo no había tomado nada, te imaginás.
¿Usted dónde iba? Iba a trabajar a Alpargatas (Fábrica de zapatillas). Me tomaba el 14 (214) hasta Plaza Italia (en La Plata) y después me tomaba el Río (por la Empresa de micros Río de la Plata). A las 4, 30 hs. de la mañana o 4,20 hs. por ahí, salí por esta a la calle Nápoles.
¿Está cuál es? 152 norte o Puerto.
¿Por dónde pasaba el 214? Por la 8. Y fui caminando y ellos venían así.
¿De la derecha suya, digamos? Sí. Ahora hubo otra cosa también en la calle Callao y Habana, que tienen como un parquecito y ellos estaban ahí.
¿Quién lo vio eso? Falleció la señora, la señora De Simone. También hubo otro caso por donde vive mi hermano que desaparecieron por un aljibe muy viejo, 72 y 10, había un jardín muy grande y muy viejo también, te hablo, no de la fundación de La Plata pero quizás de antes también, había un aljibe, sacaba el balde de abajo y los vieron aparecer y desaparecer por el agujero ese.
¿Cómo era lo que vio usted? Mirá era algo parecido, a veces la impresión que te da no podés definir algo.
¿Usted iba caminando y lo ve viniendo? Exacto, del lado de allá (de 153).
¿Y cómo venían? Venían todos alineados, viste.
¿Caminaban? Caminaban, sí.
¿Cómo eran? Y como si fuera un monje, viste con el...(hace un gesto como de capucha) pero no...sin un rostro definido porque era de noche y venían en la oscuridad.
¿Por la vereda? No, no, por la calle. Yo iba por la calle también.
Y cuando los ve ¿ellos lo ven a usted? Sí, no, no, la verdad a mi no me molestaron ni apuraron ellos el paso, yo sí apuré el paso.
¿Cómo eran las caras? No, no, no se ve porque tenés atrás una oscuridad, tenés faroles pero no estaba justo en la boca-calle. Ves una cosa borrosa, ves la imagen, la vi perfecta.
¿Qué color era? Bueno, oscuro era seguro, a esa hora de la mañana.
¿No le veía color? Y a esa hora no ves si el pasto es verde o es negro.
¿Y cómo caminaban? No sé si caminaban o se arrastraban, no vi pero vi que venían bien, venían avanzando, yo no puedo definir, ya te digo la parte de abajo era como si fueran un monje con sotana, no era como si fuera “pulgarcito” que tiene pantaloncito corto y ves las piernas. No veía nada, veía como una sotana de un monje.
¿Todos juntos uno al lado del otro? Sí, sí.
¿Y venían por la vereda o por la calle? No, no, por el medio de la calle. No sé que otra cosa...
¿Qué pensó en ese momento? (Silencio y gesto de no saber).
¿Se asustó? Me impresionó...porque de asustarme, si me hubiesen atacado...pero me impresionó por ser una cosa que nunca había visto, viste.
¿Escuchaba algún sonido? Sí, era como si fuera una melodía, como si fuera el trasfondo de una película que por ahí te hacen como un corito, un coro medio apagado así.
¿Provenía de ellos, como un canto? Sí, sí, porque música a esa hora de la mañana que puede haber, ¡4,30 hs!
¿No le pareció una radio? No, no, nada de eso, era de ellos, era de ellos.
¿Era canto o música? No te digo que era como una melodía, como un canto, un coro, sé que era algo así pero definírtelo bien viste, como no soy músico, no.
¿Nunca escuchó algo igual? No, no.
¿Algo religioso? No te digo, como un coro de ángeles, viste una cosa así medio apagado.
¿Cómo los pierde de vista? Cuando apuré el paso y me fui, ahí los perdí de vista, ni miré para atrás.
¿Ruidos de pasos? No. Te digo si estos muchachos estuvieron más cerca que yo pudieron haber visto más que yo (refiriéndose a Leo y Poli).
No, no estuvieron (más cerca). Dicen que aparecieron también en el edificio de la hidráulica en el tiempo ese. ¿Qué año fue?
Año 1990. No, no, antes.
¿1984 u 85 puede ser? Si puede ser, ahí sí.
Tenemos dudas con el año porque nadie nos supo precisar y el recorte no lo tiene. Pero yo en el 90 me iba a la fábrica con el auto, no con el 214.
¿No recuerda bien la fecha o la época del año? No, bien no. ¿Y estos chicos no se acuerdan?
No tampoco se acuerdan pero por la edad de ellos era el 90. Pienso que antes, era casi primavera.
¿Hacía frío? No me acuerdo pero el pasto estaba muy verde, sería casi primavera o hasta noviembre (podía ser).
¿Qué altura tenían? Y un enano cuanto puede medir, 70 u 80 cm. Puede ser así (hace el gesto).
¿Qué pensó en ese momento, porqué dice que le dio miedo? ¿Cuál fue la sensación, qué era eso? Fue una cosa, una impresión, no, miedo no porque ya te digo a mí no me atacó. Podés sentir miedo si te ataca un perro.
¿Lo sorprendió? Me sorprendió y me quedó...
¿Le pareció que ellos lo vieron? No, yo te decía, ellos habrán dicho “este no me molesta”, yo tampoco los molesto, no sé, no podría definir lo que pensaban ellos de mí.
Pero a lo mejor por alguna reacción que tuvieron... No, no, no hicieron nada, siguieron caminando, ellos venían hacia el cruce de la calle, yo seguí para allá...(señala para la calle 8).
¿No se dio vuelta para nada, a ver que hacían? No, no, ¡que me voy a dar vuelta!...
¿Se veían brazos? Mirá te diría que no, viste que los monjes tienen como una capa, algo así, esto tiene una cosa así (dando a entender la existencia de una capucha).
¿Se les veía la cara? No, no te digo que no, es una oscuridad.
Si, claro pero uno puede ver como que tiene cara ¿no? No, no, no vi nada de eso.
¿Detalles de la ropa? ¡No te estoy diciendo que era todo cubierto! (medio ofuscado), aparte la oscuridad...
¿Cuándo lo comentó? ¿A quién se lo comentó primero? Se lo conté a uno y empezó con las cargadas (bromas) viste y después el muchacho que estudiaba eso (un compañero de trabajo) me dijo que era el Pombero (supuesta leyenda del norte argentino) eso y que había una persona que se encontraba con ellos en una época del año en un valle en el norte y que me dijo lo mismo que también Romaniuk.
¿Y su familia? Lo tomaron porque no solo a mí me había pasado, fue el comentario de todo el barrio, a estos chicos también les había pasado, o sea que si soy yo solo me podían tomar de loco pero...a otra gente y otros casos te estoy diciendo.
¿Aparentemente ustedes vieron esa noche lo mismo? Sí, ellos venían ese sábado del cumpleaños. Yo sábado iba a trabajar. Este muchacho no lo tomó a risa, después vino Romaniuk que me enseño una piedra que tiene, que no sé el origen o que finalidad tiene, como una cosa cónica con muchas caras, con luces, color azulado...
¿Entonces los seres venían avanzando? Sí, venían avanzando.
¿Y usted ve el auto de Poli? No, no, podía venir un tren que yo no lo veía.
¿Y cómo se enteraron que habían visto lo mismo? Porque vino el comentario de ellos y yo dije no se rían que a mí también me pasó porque me vinieron a ver. El chico que estaba afectado, vinieron el padre y la madre a verme.
¿Los que vivían frente al video club? Sí, vinieron a verme y les dije sí, yo también los vi. Porque ellos pensaban que se había pasado con la bebida o habían tomado alguna droga. No le digo, no tomaron nada, yo también lo vi.
¿Y qué piensa que podían estar haciendo ahí estos seres? Y escucháme, lees tantas cosas, ves tantas cosas que a veces no sabés ni que pensar viste. Puede ser gente de otras civilizaciones, gente de otro planeta, no sé que pensar viste, porque tienen que ser personas que lo hayan estudiado y profundizado al tema.
¿Siguió pasando por ahí? Sí, sí. Ahora a pie no porque ando con la camioneta.
¿Y en los días siguientes quedó con temor? Mirá resquemor tenés pero si no te hicieron nada una vez, que te van a hacer otra vez.
¿Alguna vez leyó sobre OVNIs o le interesó el tema? Mirá yo leí cosas superficiales.
¿Después o antes? Después, casos donde se han parado aparatos ahí y han quemado el pasto.
¿Dibujó lo que vio? No, lo dibujó Romaniuk y fue lo que vi yo.
¿Haría un dibujo? No, no tengo mano para dibujar, dibujalo vos. (Mariela hace el dibujo en base a los comentarios e indicaciones del testigo, acto seguido le mostramos el dibujo de Leo respecto del cual dice que coincide bastante con lo visto por él). Pero le veo más forma como si tuvieran un cinturón...y los hombros, la parte de arriba más en punta y la túnica como ajustada a la cintura. (Insistimos para que dibuje pero no quiere). Bajaba más acampanada y notaba los hombros más o menos.
Tratamos de tomar mejor la imagen que le quedó a usted. Sí, que pasó pasó.
¿Alguien vio ojos rojos? No que yo sepa.
No coincide con nadie lo de los ojos rojos (eran versiones de la revista Flash) ¿Alguna vez volvió a ver algo raro? No.
¿Antes? Tampoco.
Bueno, gracias.
* Comentarios.
El problema de la fecha se debió a que el artículo de Flash citaba los días pero no el año y nosotros contábamos con el recorte solamente. Ayudó a poner claridad el recuerdo de Leo y Poli que coincidían como para datarlo en 1990, ya que sus edades eran 22 y 19 años respectivamente en el momento de los hechos y además ambos tenían vehículos lo que también nos indicaba que no podía estar en lo cierto lo que decía Furlano de que era antes ya que los chicos tenían 15 años. Para constatar mejor revisamos el almanaque de esos años y coincidían los días perfectamente con el año 1990 y para terminar de reconfirmar el dato recurrimos a un nuevo integrante del Proyecto Catent que cuenta con innumerables fuentes, se trata de Fabio Picasso quien ha llevado adelante un trabajo tremendo de recopilación de fuentes denominado MEGACAT y rápidamente salimos de cualquier duda ya que nos citó el siguiente titular: Los "Monjes veloces" que conmocionan a Berisso (*) 23/9/1990 Diario Popular (Buenos Aires).
Tenemos tres testigos de un mismo hecho, la misma madrugada, sus versiones y descripciones son similares, a continuación analizaremos algunos detalles que marcan diferencias que sin embargo no afectan la esencia de lo avistado.
Poli las describe como dos figuras de más o menos un metro, negras, que se desplazaban rápidamente de vereda a vereda, desde 153 a 152 norte.
Leo coincide en que eran dos figuras negras, de un metro pero nos habla de que caminaban tipo pingüinito y a una de ella le ve un extraño brillo en el pecho, curiosamente compara este brillo con el del petróleo siendo empleado de la empresa Repsol YPF. A diferencia de Poli y coincidiendo con lo dicho por Furlano, no le ve brazos. Siendo, sin embargo, notable la similitud de los dibujos de estos dos últimos.
Leo las ve en la esquina de 152 norte y 9 y Furlano las ve viniendo por 9 desde 153, unos 20 metros antes de llegar a 152 norte.
El brillo que Leo ve en el ser podría ser el reflejo de las mismas luces del auto, ya que le prendió todas las luces del Fiat 600.
Furlano aclara que la cabeza era más puntiaguda, como la hizo Leo.
El desplazamiento de las figuras es diferente para cada testigo, para Poli eran muy veloces y lo hacían de vereda a vereda aunque cuando las ve de más lejos en una segunda oportunidad dice que ya venían más lento, para Leo el que caminó era como un pingüino y para Furlano caminaban o se arrastraban, alineados aunque no estaba muy seguro de poder definirlo así.
La mayor diferencia en cuanto a lo que vieron es a nuestro entender la cantidad de seres, ya que Furlano ve 6 o 7 que venían uno al lado del otro por la calle y los otros testigos vieron 2 aunque en la charla con Poli nos aclaró que le resultaba difícil precisar la cantidad debido a la velocidad con que se movían.
La historia contada por Luis J. Mango (Poli) en la primera parte del informe es para tomar con cautela ya que su relato respecto a horarios y alguna circunstancia del avistamiento como quedó aclarado anteriormente están alteradas debido a situaciones de índole personal. De todas maneras merece plena confianza el relato en cuanto a las entidades observadas.
Respecto al horario tanto Furlano como Leo entraban a sus trabajos y recuerdan con mayor seguridad y precisión la hora del encuentro que sería entre las 4,15 y las 4,45 hs. Con una posible duración mínima de 15 minutos desconociéndose el momento en que desaparecieron, que se encuentra acotado por la última observación y el momento en que Leo regresa con su compañero de trabajo.
Furlano no recuerda haber visto el auto de Poli en esa madrugada, sin embargo los relatos de los chicos y los comentarios respecto a diálogos existentes entre sus padres y Furlano (la gente grande desconfiaba de los jóvenes) hacen pensar que si bien Furlano pudo no haber visto el auto en esa noche los padres de Poli o de Leo (quien si vio a Furlano en esa noche) habrían hablado con Furlano para corroborar los dichos de sus hijos.
Al parecer Luis Furlano confunde las fechas y hasta nos hablaba de una fiesta de 15 años a la que habrían asistido los chicos Mango y Olivera (los cuales no hicieron mención de la misma en las respectivas entrevistas) y se muestra muy reacio a hablar del tema con temor. Podemos notar que su memoria parece fallar tal vez debido a no querer recordar esos sucesos o tal vez debido al paso de los años.
Una pauta común que hemos observado en varios casos de avistamientos con multiplicidad de testigos, es que no suelen hablar entre ellos de lo vivido sino que por el contrario es común escucharlos decir que no saben bien lo que el otro ha visto y que nunca se sentaron a charlar de los hechos. Notamos con preocupación el comportamiento de ciertos colegas que no dudan en mostrar dibujos de otros casos sugiriéndoles a los testigos que se trata de lo mismo que ellos vieron y diciéndoles además que seguramente es de procedencia extraterrestre cuando no hay certezas al respecto, no habiendo luces u objetos asociados al encuentro de los cuales poco o nada sabemos.
Un párrafo aparte le dedicamos a don Pedro Romaniuk quién en algún momento fue referente de la ufología argentina pero que en su visita al testigo Luis Furlano le mostró una piedra a la cual le atribuía poderes, este detalle quedó más grabado en el testigo que el hecho en sí y le provocó mayor confusión, además de quedar muy sugestionado. Este comportamiento lo único que hizo fue restarle seriedad al tema y ridiculizar la investigación ufológica. Quizás sea este uno de los motivos por los cuales este testigo no quiere conceder entrevistas a los investigadores.
La descripción de los seres, llamadas por la prensa y por los testigos “las monjitas” nos recuerdan los relatos de la Santa Compaña en Galicia, España. Ya que se trata a grandes rasgos de una procesión de almas en pena, vestidos con túnicas con capucha que vagan durante la noche.
Aquí citamos fragmentos del artículo de Paula Cristobo “LA SANTA COMPAÑA ENTRE EL MITO, LA REALIDAD Y LA SUPERSTICIÓN”
“...Han sido muchos los sociólogos que intentaron encuadrar esta tradición y darle unas características comunes pero hay tantas variantes que esta tarea se hace imposible, con lo que se llega a la conclusión de que cada aldea o pueblo tiene una santa compaña con identidad propia.
...Las versiones mas compartidas de porque las ánimas vienen a este mundo y andan por los caminos buscando a alguien son las siguientes:
Para reclamar el alma de alguien que morirá en breve tiempo después de esta aparición.
Para reprochar a los vivos faltas o errores cometidos.
Para pedir misas a los familiares vivos y que cumplan los votos que ellas prometieron en vida y no cumplieron.
Para comunicar la muerte de algún conocido al que presencia la procesión.
Para cumplir una pena infringida por alguna autoridad del mas allá a fallecidos en pecado para así restituir el mal hecho por ellas.”
...Muchos de los testigos que afirman haber visto la Santa compaña aseguran haberla visto precisamente en un cruce de caminos, espacios en donde según algunas creencias se llevaban a cabo ancestrales ritos mágicos o de curación se producían apariciones no deseadas, reunión de almas, brujas etc,.
...Así es como llaman a La Santa compaña en Asturias, también conocida como La Buena Gente”.
La Buena Gente también aparece en la mitología celta y es tomada en consideración por el investigador Jacques Vallée en sus diversos libros responsabilizando a estas entidades por los modernos encuentros con extraterrestres. Creando así una interesante teoría unificada de las apariciones.
Por nuestra parte seguimos en la investigación y sin respuestas.
En la avenida 13 entre 47 y 48 se levanta el Palacio de Justicia, uno de los edificios fundacionales de La Plata, cuya construcción se inició en 1883 y finalizó en 1886.
Como muchos de los edificios construidos durante la fundación de la ciudad, se dice que tiene símbolos masónicos en su ornamentación. Uno de ellos podrían ser los que se ven en los muebles originales que todavía siguen estando dentro del edificio, sin embargo hay otro que está a la vista de todos: La estatua que representa a la justicia, sobre avenida 13.
Contraria a su representación más conocida, la figura de la justicia del Palacio de Justicia platense no lleva los ojos vendados; se dice que esto podría tener un significado masónico, ya que en las logias al iniciarse se ingresa con los ojos vendados para luego quitarse la venda que cubre los ojos y de esa forma el aprendiz masón puede ver el conocimiento.
Fotos: 1. Figura de la Justicia sin los ojos vendados en el Palacio de Justicia de La Plata, sobre avenida 13.
La semana pasada publiqué la primera parte de una investigación realizada sobre el extraño caso de las "monjitas" de Berisso ocurrido a mediados de 1990, y hoy dejo la segunda parte:
Lugar: Barrio SUPE, Berisso, Buenos Aires, Argentina. Fecha: Entre el 31 de agosto y el 22 de septiembre de 1990 Testigo: Leonardo Olivera y Luis Furlano Edad: Olivera 22 (al momento de los hechos)
* La investigación
Llegamos a Leonardo gracias a la colaboración de Luis Javier Mango (Poli) -a quien entrevistamos anteriormente (ver Caso Supe parte I)- ya que mantienen una amistad de muchos años y este le consultó previamente a Leonardo para facilitarnos su teléfono. Accedió sin problemas a la entrevista aunque le provoca aún hoy un estado de nerviosismo recordar los sucesos. Para dar con el tercer testigo, Luis Furlano alcanzó con caminar las calles del Barrio YPF (antes SUPE) de Berisso y preguntar a algunos vecinos que ya estaban viviendo allí por esas épocas por un señor que dio su testimonio a algunos medios periodísticos y que resultaba para muchos más confiable que los jóvenes Mango y Olivera. Así fue que nos constituimos alrededor de las 15 hs. en el lugar de los hechos a fin de realizar una evaluación visual y con la Revista Flash en manos, nos dirigimos hacia el videoclub ubicado en la esquina de las calles 152 N y 10, junto al cual reside otro de los supuestos testigos. Ya en el lugar pudimos conversar con Adriana quien nos informó que ni ella, ni nadie de su familia, jamás habían visto a las entidades en cuestión y menos aún, que hayan dado una descripción de las mismas. En cuanto a lo publicado en la Revista nos manifestó que era “mentira”. Sin perjuicio de ello, nos refirió que a solo dos cuadras de allí, reside el Sr. Furlano, quien efectivamente tuvo ocasión de verlas, junto con Poli y Leo, todos conocidos del barrio. Nos dirigimos entonces a la casa del Sr. Furlano, siendo atendidos por su esposa que nos refirió que el requerido se encontraba trabajando, y que tal vez podría acceder a una entrevista después de las 20 hs., horario en que regresaba de sus ocupaciones. Entonces, nos dirigimos hacia el centro de Berisso, donde nos encontramos con Leonardo Olivera.
* Transcripción de la entrevista:
Entrevista realizada a Leonardo Olivera por los investigadores Mariela Verónica De Tomaso y Miguel Ángel Gómez Pombo, integrantes del Proyecto CATENT, el día 31 de mayo de 2002, 16 horas en el Patio Cívico de Berisso:
Bueno, yo me acuerdo patente de todo. Te hablo de los bichitos estos que para nosotros eran monjitas. Eran tipo 4 de la mañana, y bueno, Poli (Luis Javier Mango) que era mi amigo, me viene a buscar acá al Puente Roma, que queda acá en Berisso. Yo me iba a trabajar. Viene y me dice: “Veníte a ver lo que hay en el barrio, hay unas cositas raras pero son muy chiquititas, para mí son disfrazados, pero son muy chiquititos, tipo enanitos”. Bueno, vamos le digo... Él se va en la moto mía y yo me voy en el auto de él. Esto pasó en (la intersección de las calles) Puerto y Nápoles, que hoy día sería 152 norte esquina 9, justo hay unas cunetas en esta esquina. Yo vengo por la calle 8 doblo a la izquierda a 152 norte, no había amanecido todavía estaba de noche, y justo en la esquina de la cuadra, en la unión del cruce de la calle había... estaba la cosita esta parada, yo lo vi de atrás, cuando lo vi prendo todas las luces del auto y lo encandilo para ver qué era y en ningún momento atiné ni a frenar ni a nada, si se corría se corría, si no se corría lo lamentaba por ellos porque no era una cosa normal, era muy chiquitito, tendría 1,10 ó 1,20 m como mucho, la parte de atrás tenía la parte de acá arriba (señalando a la altura de la cabeza) como una punta y no tenía forma de nada, era una cosa como recta que bajaba, no sé si era marrón, era un color oscuro, marrón, negra, violeta oscuro, una cosa así... y en la parte del cordón de la vereda había otro. Cuando yo iba... faltando diez metros para llegar a la esquina, teóricamente estaba de espaldas, para mí el que estaba en el medio se va caminando tipo pingüinito para donde estaba el otro bichito este. Ahora, a medida que iba caminando yo paso con el auto y lo voy mirando así... y lo que vi es eso, eran dos cositas chiquititas, con forma así de punta en la cabeza y algo brilloso en el pecho, como si fuesen escamas, es decir se lo veo al que estaba parado, al que estaba en el cordón, tipo escamas, una cosa así, era algo que le brillaba...
¿Y qué color era el brillo, te acordás? No, era algo como... viste... digamos... como si fuese petróleo, una cosa así, el petróleo en un palo, brilloso, es decir, no era algo con colores verde, rojo, amarillo... era un brillo, pero un brillo sobre algo negro y tampoco como que tenía perlitas ni nada de eso viste... es decir algo... como si fuese algo raro que tenía acá (señalando a la altura del pecho), tipo así escamas eran. Yo sigo, bueno veo esas cosas, me asusté mucho, me agarró un escalofrío, una cosa media... mucho miedo me agarró. Llego a la esquina de (la calle) 10 que es donde estaba... ahí a la vuelta vive Poli y me dice: “¿Los viste?” Sí, le digo, metéte adentro, mañana hablamos porque no puedo creer lo que acabamos de ver. Bueno, pego toda la vuelta, agarro la (calle) 152, paso por 9, llego a 8 y agarro 8 vuelvo, cuando vuelvo lo veo a Furlano que viene caminando, viene caminando medio apurado, llego hasta la esquina de 151, pego la vuelta para hablar con Furlano, para verlo porque yo lo conocía de ahí del barrio y justo él se toma el colectivo, venía corriendo porque se ve que había escuchado el colectivo. Se subió al colectivo y se fue. Eso es lo que vi.
Vos me decís que antes de llegar ahí te encontraste con Luis (Poli) porque él había visto algo raro. ¿Cómo es que vos llegás ahí? ¿Él los había visto antes? No, no... sí, él los había visto antes, es decir, nosotros hicimos un intercambio de vehículo, yo tenía una moto, él tenía un auto, él me dejó el auto porque iba a llover, estaba por llover y bueno, él se fue a la casa y yo me fui acá, al Puente Roma, a esperar que abra un kiosco para comprar el diario. Eran tipo cinco de la mañana.
¿Vos te ibas para el trabajo? Yo me iba para el trabajo.
¿Dónde trabajabas? Trabajo en YPF (compañía petrolera), todavía trabajo en YPF. Inclusive lo comenté en el trabajo cuando llegué, y bueno, nadie me creía, fue un desastre te digo. No perdí noción del tiempo porque después se me acercó gente, gente que se dedica a esto, que le gusta esto y me preguntaron si había perdido noción del tiempo, no, no perdí noción del tiempo en ningún momento porque yo entraba a trabajar a las 5,30 hs. y 5,30 hs. entré a trabajar. Bueno, Poli viene y me avisa a mí que había algo raro en el barrio, unas cositas medias raras, disfrazados pero no sabía qué eran porque nunca lo vi y fue por eso que fui hasta allá.
¿Qué sentiste cuándo venías manejando y viste eso? Incertidumbre porque no tenía ni idea qué era. No sabía ni qué era. No se asemejaba a nada normal diría.
¿Un chico o algo así bajito disfrazado? Un chico... sí, sí pero si era un chico, era un chico de seis años por decirte una estatura
¿¡Y a las cuatro de la mañana!? Claro... Sí, sí, 4 hs., 4,30 hs. o 4,45 hs.
¿Estaba muy oscuro? ¿Te acordás la fecha? Mirá, era tipo, no sé si era junio o julio, más o menos a esa altura fue.
¿Hacía frío? Sí, hacía frío.
¿O sea que estaba bien oscuro? Estaba bien oscuro. Un dato, un dato que después con el correr de los días todos nos dimos cuenta. El barrio tenía un perro, un perro de barrio, había un animal, un perrito, que todo el mundo le daba de comer, entonces se quedaba en el barrio. Ese perro conocía al barrio solamente, pasaba alguien de otro lugar y el perro hasta que no se iba de la cuadra, no dejaba de ladrar. Ese día el perro no lo vi yo, no lo vio nadie, nadie lo escuchó ladrar, a la hora que vimos nosotros a esas cosas. El perro estaba al otro día, pero fue algo raro porque el perro ese siempre estaba en esa esquina, dormía ahí en la vereda, fue un dato que después que pasó todo “¿Che, qué raro el perro que no ladró, no?” (se preguntaban los testigos).
¿Y eran dos? Yo vi dos.
¿Estaban quietos y uno caminó? Había uno quieto en la esquina, parado en el cordón de la vereda y el otro justo en el medio de la calle, que fue caminando.
¿Caminando? Caminando, sí.
¿Los pies, cómo eran? No, no, yo te digo... Yo vi una cosa de atrás.
¿Lo podrías dibujar? Sí, más o menos (dibuja). Sí, lo veía de atrás, no le veía ni los pies ni nada.
¿No veías ningún detalle? No, el que estaba parado sí que lo alcanzo a ver de frente, tenía unas cosas así (dibuja) ¿A qué altura? A la altura del pecho. Claro, cuando paso a éste lo veo bien de espalda, lo veo siempre de espalda hasta que llega al cordón y al que está en la esquina me llama la atención la parte del brillo, por eso no le miro más abajo, me llamó la atención eso que era una cosa que brillaba.
¿Una luz era (el brillo)? No una luz, sino una...
¿Había alumbrado público en esa esquina? Sí, sí, pero ya te digo, te digo más, cuando yo lo veo acá, al pecho, después me hago la pregunta de que la cara no le vi, entendés, no le vi la parte de la pera, los ojos, la nariz, no se me llamó la atención directamente la parte del pecho.
¿Llegaste a ver esta forma en el que estaba de frente? (señalándole el dibujo de la entidad) Me llamó la atención el pecho nada más. Eran unos cosos medio así, ensamblados, no sé qué eran, como una goma negra, una cosa así (hablando del pecho de la entidad).
¿Y a qué velocidad habrás pasado con el auto? Y yo calculo que... tenía mucho miedo, iba muy rápido, te lo juro que si no se corría...
¿Lo pisabas? Acá, se los traigo acá (haciendo un gesto como tirándolo sobre la mesa).
Cuando vos doblaste lo viste ahí adelante, ¿ahí fue cuando aceleraste? Claro, cuando yo voy...
¿Te dio miedo al verlos o ya venías con miedo? No, yo venía derecho, doblo en 152, a la altura de mi casa, veo en la mitad, faltando 30 m para llegar a la esquina, ahí es cuando prendo... el auto de Poli era deportivo, tenía unos faroles de yodo, le prendí todo.
¿Qué auto era? Un fitito (Fiat 600). Le prendí todas las luces, lo maté con la luz pienso yo, y bueno, faltando 20 m ya el cosito este empieza como a caminar.
¿Cuándo lo iluminaste así se movió? Claro porque él teóricamente no me ve a mí, habrá escuchado el ruido, la luz se ve que lo llevó a moverse.
¿Y ahí acelerás? Y ahí acelero, es decir, en ningún momento bajé la marcha, fui un poquito más fuerte, calculo que a 40 o 50 km/h tal vez menos. Te digo, yo miré no fue que detalladamente, por eso te digo.
¿Y cuando pasás no lo pisás porque se corre caminando? Así es, claro.
¿Iba despacio? No sé, caminó, caminó, calculo que tiene tiempo de ir caminando si me ve a 20 m.
¿Qué sensación te dio, que se asustó? No, que vio que venía algo y por eso se corrió. Que hasta el día de hoy lamento no haber tenido las agallas necesarias para parar y decir “¿Loco... qué hacés acá?”. Todo el mundo me dijo lo mismo, pero en ese momento yo lo único que quería era irme. Te digo más, fui a buscar a un compañero de trabajo, lo fui a buscar a la casa, para invitarlo a ver lo que hay en el barrio, bueno, cuando yo vuelvo no estaban más.
¿Cuánto habrás tardado? Unos 20 minutos. Primero paso por lo de Poli, pego la vuelta, lo veo a Furlano, voy a buscar al pibe este que vive a tres cuadras y cuando vuelvo ya no estaban.
¿Ahí recorriste de nuevo, te animaste a pasar? Claro, con alguien. Te digo, después quedé medio tocado (alterado).
¿Sí? Si, porque...
¿Poli tampoco quería volver? No, él se fue a vivir a la casa de la abuela, estuvo un par de días ahí porque fue algo muy duro para nosotros. Me dio impresión. Te digo más, cuando me pongo a hablar de esto, cuando me preguntan porque acá en Berisso nos conocen por eso “los que vimos las monjitas” y bueno, te digo más, días después el barrio se llenaba de gente, todo el mundo quería ver las monjitas porque salió en Nuevediario (noticiero de TV) y en todos los diarios en todos lados.
¿Se volvió a ver algo de esto? Mirá, hubo gente que dice que los vio, no los conozco, no sé, yo te puedo asegurar que Poli, Furlano y yo los vimos. Yo pienso que Furlano que pasa caminando creo que él te dará el dato preciso de todo, o una de dos, o hizo la mía, los vio y salió (gesto de escapar) o no sé, por ahí...
¿Y Furlano pasó por la esquina? Bueno, cuando él pasa, cuando él después... Cuando yo vuelvo del trabajo les cuento a mis viejos, mis viejos en esa época tenían un kiosco y cuento, eran los únicos que me podían creer realmente, los demás lo tomaban todo como verso. Entonces mi papá después lo para a Furlano cuando venía del trabajo y le dice: “El pibe mío me contó que algo raro vio esta mañana, ¿puede ser?”. A lo que le Furlano le respondió: “Sí, pero el pibe tuyo no, yo vi al auto de Poli”. Y mi padre le dice: “No, no, pero iba Leo, Leo iba en auto de Poli” y Furlano le dice: “Bueno, creéle que es verdad, yo pasé caminando te lo juro que no sé qué era, pero salí corriendo”. Muchos detalles no dio.
¿Y hoy qué pensás que pudo haber sido? Seres extraterrestres que vienen acá, a la Tierra a estudiarnos como nosotros le interesamos a ellos, ellos nos interesan a nosotros, ¿no? ¿Y por qué motivo podían estar ahí en el barrio en ese lugar específico? No sé, yo calculo, mirá... hay muchas... después que pasó esto, uno, después cuando ve algo de los extraterrestres viste, qué sé yo, lo leo, no es que me interesa profundamente pero por ahí si sale algo en el diario me llama la atención y lo leo. Yo calculo que por ahí, por la zona, en esa época estaba muy despoblado el barrio, lo que es... no sé si ustedes estuvieron en el barrio...
Sí, estuvimos hace un rato por ahí. Bueno, de la calle que es 152 y 9, vieron que hay como un barrio todo nuevo, el hecho fue en 9 y 152 norte. En 9 y 152 toda esa zona era descampado antes.
¿Para el lado de La Plata? Para el lado de La Plata, como cuatro cuadras descampadas.
Ajá, cambia la perspectiva... Claro, yo calculo que si ellos han venido en algo o hayan descendido en algún lugar fue en esa zona o también en la zona del canal.
¿Había casas del otro lado? Sí, sí, había casas, pero una de las opciones, de venir en algo que pueden haber bajado ahí.
¿Te acordás si se habían visto ovnis o luces extrañas por esas fechas? No, no. Te digo más, no sé quién fue la persona, había venido una gente de Córdoba a vernos, que me llamó mucho la atención, el tipo este vino, quería hablar conmigo por este motivo así como vinieron ustedes y bueno le comenté lo mismo que les estoy comentando a ustedes y me mostró, abrió un manual y un libro así y tenía algo similar a lo que yo había visto, más clarificada la cosa como que era extraterrestre.
¿Era muy parecido a lo que habías visto? Era muy parecido, es decir la parte de atrás ya te digo, era igual, la parte de adelante no, no porque ya te digo la parte del pecho le vi y me quedó.
¿Y los ojos cómo eran, el pelo? No, no, no, no veo nada, de eso no veo nada, no se le ve, no aprecié nada.
Teníamos un artículo de la Revista Flash mediante el cuál los ubicamos. ¿Estuvo Luis Burgos con vos? No me acuerdo.
Estuvimos con Adriana, del video club pero ella dice que no vio nada (el artículo de la Revista Flash la mencionaba como testigo directo de las entidades) No, no vio. La esquina donde los veo no es la que se ve en la revista, la esquina es viniendo desde 8 antes de cruzar. Estaba parado cerca de la columna de alumbrado. Furlano cuando las ve, las ve sobre este lado (señala 9 hacia 152), te digo más, después dijeron que era algo de magia negra, había alguien que practicaba magia negra en esa casita alpina, pero no, no.
¿Y hoy cuando tenés que hablar de eso...? Tengo las manos heladas.
Te veo un poco nervioso también... No, no y no sé si me puedo tomar el café...
¿En serio? No, no, te lo juro, te juro que me agarra pánico, no sé por qué. (Refiere esto mientras observábamos que le temblaban las manos)
¿Dónde vivís ahora, seguís viviendo ahí? No, me casé en el año 1992 y vivo en Ensenada y en Ensenada cuando yo me iba caminando desde Ensenada hasta YPF una vez me pasó que salgo de mi casa, hago dos cuadras y sobre un paredón un chico de 8 o 9 años ¡cuatro y media de la mañana! “Hola” me dice... hola, le dije, y seguí caminando. No sé, a mí sólo me pasan esas cosas.
¿A esa hora? Y no sé, qué sé yo, yo ya venía con un pánico y hoy mismo, te digo, agarro una madrugada solo y parezco una lechuza, doy vuelta la cabeza para todos lados. ¿Qué pensaste, que te podían hacer algo, que te podían lastimar... por qué el miedo? No sé por qué el miedo. Miedo, no sé si es miedo, pero impresión más que nada.
¿No te gustaría encontrarte con esto de nuevo? Sí, con otro flaco más al lado me animo a verlos, pero solo no, solo no. Por ahí yo que sé, cuando nos ponemos a hablar y me hacen contar, te pide la gente que le cuentes... pero hay mucha gente que no te cree, pero hay mucha gente que dice que le interesa. Me agarran escalofríos te digo... Tengo las manos frías, heladas...
¿No escuchaste ruidos? No, nada más, no escuché nada. Después bueno, por ahí si tienen la suerte de que Furlano pueda contarles, creo que él va a ser más... él pasó caminando y ruido... porque después se dijo que se le escuchaba tipo villancico, que cantaban, pero no sé, viste...
¿Eran comentarios? Se le agregan muchas cosas que realmente no sé, yo te digo lo que yo vi, lo que yo vi y lo puedo asegurar.
Lo tenés muy presente por lo que veo, además... No, si, si, lo tengo muy presente, ya te digo, quedé impresionado.
¿Y cuando charlás con Poli, se ponen de acuerdo en lo que vieron, en los detalles, o vieron cosas diferentes? Bueno, cuando con Poli, por ahí cuando hablamos... es decir, no recuerdo haber hablado directamente sobre esto...
Mirá vos... En serio, pero por ahí quedó. Cuando ustedes lo llamaron por teléfono me dice: “Che, sabés que me llamaron el otro día por el tema de las monjitas, yo les voy a dar tú número”. Sí, no hay problema le dije si era para colaborar, si a alguien le sirve. Esto es mi historia, pero nunca, sabés... ahora me estoy dando cuenta de eso (refiriéndose al hecho de que nunca habló directamente sobre este tema con el amigo).
Notamos que la gente es algo reticente a hablar cuando se trata de que vieron seres o de cosas tan extrañas a este nivel... Lo que pasa que por ahí, pienso yo, muy poca gente te cree, por ahí ustedes porque les interesa y porque se dedican a esto, pero te lo hacen contar en otro lado y te dicen que estabas borracho.
¿La gente tendrá miedo a aceptarlo o a asustarse? No sé, tal vez es parte de eso. Y bueno, como ves, yo no puedo tomar el café, lo vuelco (le sigue temblando la mano con la que sostiene la taza y le cuesta llevarla a la boca sin derramar el líquido). Yo quedé sorprendido, con miedo, fue algo raro.
¿Te empezaste a interesar por estos temas? ¿Antes le dabas importancia a estos temas? No, no, no le daba importancia.
¿Qué edad tenías en ese momento? Y fue en el año 1990... y 21 o 22 años...
¿A partir de ahí sí? Ya te digo, por ahí si veo recortes o en la TV sale algo, ahora que tenemos cable, por ahí hay canales que se dedican a esto o cosas raras... por ahí miro, me gusta escucharlo, verlo o leerlo... para saber si alguien más lo vio esto en algún lado o solamente a nosotros... Después que pasó todo esto, el tipo que vino de Córdoba nos comentó de que en Chile habían aparecido, a un trabajador de campo que iba en un tractor y se le cruzó algo similar a lo que vimos nosotros.
En España puede ser. ¿A qué hora fue entonces? Calculamos que entre las cuatro y media y las cinco de la mañana.
¿Vos te habías encontrado de casualidad con Poli? No, no, ya veníamos, habíamos salido ese día, yo me iba para el trabajo y el se iba para la casa.
¿Venían de bailar? Si, de un boliche, de tomar algo, pero veníamos de La Plata.
¿Estaban borrachos? No, no, no, dalo por hecho, te juro que no. Ahí hicimos el intercambio de moto por auto sobre la calle Génova, yo sigo derecho y él entra al barrio.
¿Te ibas directo al laburo? Si, me encontró porque yo le dije que me iba hasta el Kiosco a comprar el diario. Cuando lo veo que viene, no me resultó extraño sino que pensaba que me iba a decir algo por los papeles de la moto, la llave...alguna...pero cuando me dijo que había algo en el barrio, unas cositas disfrazadas...yo sí que...como el es muy mentiroso, muy mentiroso...
¿No le creíste? No, no, fui a ver.
¿Él cómo estaba? Bueno él, mirá, estaba muy asustado, inclusive el no agarra 152 norte cuando va a la casa, agarra 153, es decir, 8, 153 y llega a 10 en la casa, no pasa por la esquina. Yo agarro 8, 152 norte y llego hasta 10.
El nos contó y nos hizo el planito y nos explicó que no quiso pasar tan cerca. Lo que no nos comentó es que te había encontrado a vos. Yo había blanqueado todo.
¿Y él? Si, si, algo de la novia que vivía por ahí. El había salido fuera de regla. Aja, entendemos porque se perdía el relato un poco. Si, teóricamente no nos teníamos que ver ese día.
Entonces, ¿se puede contar la versión original? Si, la versión original podés. Salió conmigo de trampa.
(Nos explica el recorrido suyo en el plano dibujado por Poli y aclara que algunas de las calles cambiaron el sentido de circulación). El las ve a la altura de 153 (por Poli), por la casa de la novia más o menos.
¿A Poli lo ves dos veces? Sí, en Puente Roma y en la puerta de la casa después. Yo no le creía mucho a él pero fui a ver...fue algo viste...
¿Nunca más supiste si vieron algo así? Después sí, hubo elucubraciones de que en otro lugar, en la Usina de Ensenada que está abandonada hoy por hoy. No supe quienes pero decían que las vieron. Inclusive se decía...hay una madre y una hija acá en Bersisso que son chiquititas, petisitas, aparte las ves y andan iguales...decían que habían sido ellas...pero no eran, más chiquitos eran, 1,10 m o 1,20, no más. No era muy ancho...como una criatura de 6 o 7 años (dice esto señalando un niño que estaba cerca de nuestra mesa).
La historia que les presento a continuación ocurrió a mediados de 1990 en Berisso, más precisamente en el barrio SUPE de dicha ciudad vecina de La Plata. Para no perder detalle de los extraños sucesos que ocurrieron en esos días, copio la investigación y entrevistas que se les hicieron a los testigos de esos hechos:
Lugar: Barrio SUPE, Berisso, Buenos Aires, Argentina. Fecha: Entre el 31 de agosto y el 22 de septiembre de 1990 Testigo: Luis Javier Mango Edad: 19 (al momento de los hechos)
* La investigación
Teníamos referencia del caso a través del listado preliminar confeccionado por Claudio Miszka y gracias a la labor de rastreo de viejos artículos de diarios y revistas de Emilio Cabot dimos con una nota publicada en la revista Flash donde constaban los datos de diversos casos ocurridos en la zona de Berisso y Ensenada. A partir de esa información y ayudados por la Guía Telefónica encontramos sin dificultad al testigo quien actualmente reside en la ciudad de La Plata. Amable aunque algo desconfiado y temeroso de que se tratara de una broma accedió a encontrarse con nosotros en una confitería cercana a su lugar de trabajo en la ciudad de La Plata.
* Trascripción de la entrevista
Entrevista realizada por los investigadores Mariela Verónica De Tomaso, Miguel Ángel Gómez Pombo y Emilio Cabot, integrantes del Proyecto CATENT, el día 4 de mayo de 2002, 19:00 hs:
Comienza la charla dibujándonos el plano del lugar donde ocurrieron los hechos. Haciendo indicaciones sobre el mismo, refiriendo que:
Este es un barrio nuevo prácticamente, aquí esta el video club... esta es la casa de mis viejos... acá vive... es todo por cuadras, ¿te ubicás más o menos?, acá vive este chico Olivera que las vio también. Bueno, yo a este chico, es muy amigo mío desde la infancia. Él tenía una moto y yo se la cambié por mi auto esa noche, pero más que nada que nos cambiamos así por día, por una noche, para salir. Bueno, yo estaba con la moto y vengo por este lado, mi novia vivía acá (haciendo referencia siempre al planito que nos dibujó para ubicarnos bien en el lugar), entonces paso por la esquina y miro, cuando miro veo estos eres así, cruzando así de vereda a vereda, viste rápido, así ta, ta, ta (marca líneas diagonales en el plano), así, cada vez se iban alejando, obvio, estaban acá, iban así, ahí bueno acelero con la moto, doy toda la vuelta así y vuelvo acá (indicando también el recorrido suyo en el mapa), no vuelvo por esta, hago dos (cuadras) para verlas de más lejos, eran las dos de la mañana, después pasa gente así y ni bola me dan, lo que pasa es que por acá hay una fábrica de YPF que trabaja mucha gente así de noche, turnos de noche y pasaba gente, un hombre con otro flaco a trabajar y yo les decía “pero, flaco mirá lo que estoy viendo, mirá...”, y los tipos miraron y seguían...
Yo los seguía viendo, los veía perfecto, como estaban vestidos, todo lo vi. Bueno entonces agarro así y me fui a mi casa, acá (vuelve al plano), por el susto y todo viste. En eso mi amigo sale de trabajar con el auto, yo pienso que debió ser a la misma hora y las ve viste, y es como que las quiere pisar o algo así. Aceleró viste.
¿Él laburaba de noche? Si, y este hombre (otro vecino testigo del cual no recuerda el nombre) las ve también y ve el auto. Yo no conté nada en mi casa, ni nada. Y él va a la casa de mi vieja y le dice “mire señora, su hijo le contó algo, es verdad yo lo vi... porque su hijo las vio con el auto, las quiso pisar...”. Yo no estaba con el auto era mi amigo que las había visto que andaba con mi auto. Entonces mi vieja me pregunta y le digo, sí, no te conté nada porque quién me va a creer. Para mí no las había visto nadie, después vino este hombre a mi casa...
¿Te animás a dibujarlas? No perfecto pero... (la dibuja) Le decían todos monjitas porque tenían una capucha.
¿Qué color eran? No les vi ni las piernas, ni la cara, todo negro, eran dos.
¿Qué altura tenían? Un metro. Yo no sé pero que sé yo, todos me dicen pero... ¿porqué no paraste?, ¿porqué no miraste?, que sé yo...
¿Cuántas figuras eran? Dos, dos. Después decían que enfrente, en un terreno baldío encontraron cosas, redondeles quemados. Nunca lo vi, ni fui a ver. Yo las veo en 9, (entre) 153 y 152 (numeración de las calles)
¿Había alguna fábrica, auto abandonado? No, es un barrio nuevo prácticamente. Tendrá 8 años más o menos. En ese momento había solo un baldío acá (marca el mapa).
¿Viste el movimiento de caminar? No, lo único eso, lo único así, en un segundo hacían de vereda a vereda. Tac, tac, así! (vuelve al dibujo). Ni un ruido nada, o no sé si yo por estar con el tema de la moto...
¿Vos paraste con la moto? Sí, paré acá (marca el mapa).
¿Era muy rápido el movimiento? Sí, sí.
¿Le llegaba al suelo la ropa? No sé, no es que no me acuerdo, me acuerdo de todo pero no sé...
¿Cuánto será que estuviste ahí parado? Y habrá sido un segundo...
¿Cómo venían las figuras? Venían una atrás de otra.
¿Qué pensaste en ese momento que eran? No sé en ese momento no sé, me impresionó. Realmente lo que más tenía era susto. No sé si me quedó porque ahora de noche miro para atrás para adelante y miro para los costados, soy re-asustadizo, no sé si era así o no me acuerdo. Sé que ahora soy re-asustadizo. No sé si por eso o porque soy así. Realmente voy por una calle oscura y estoy mirando viste...
¿Ahora no vivís más ahí? No. Siguen viviendo mi vieja, la madre de mi amigo en el mismo lugar. Las mismas familias, están todas.
Dicen que hubo otros casos... Claro, claro
¿Vos te encontraste con esa gente? No, no, aparte nadie... vino gente que estaba investigando y eso pero después vecinos a preguntarme y eso no eran de venir. Yo laburaba todo el día así que no.
¿Vos venías de trabajar, de salir? No, de salir.
¿Qué hora era? Eran las dos de la mañana.
¿Qué diferencia de cómo las viste en un primer momento a como las viste después? Igual, igual, ya el movimiento no eran tan tan (se refiere a que era más lento) era un poquito menos, porque tardaron más entendés, hicieron así (marca un movimiento diagonal pero no muy inclinado que según nos explica era lo que producía un avance más lento).
¡A la misma hora pasaba tu amigo con tu auto! Y él ¿qué vio? Lo mismo, lo que pasa que si, charlo con él... lo que pasa que mucho... ni paro, ni nada, siguió con el auto.
¿Vio más detalles? Las tuvo más cerca... decís que casi las fue a pisar... Si, las tuvo un poco más cerca. Pero no vio ni la cara ni nada tampoco, o no las vio o no tenían, no sé. Tendrían que hablar con el también.
¿Y el otro señor? Vio el auto, fue a la casa de mi mamá. El también las vio, pero no sé.
¿Porqué las quiso pisar tu amigo? Le dio viste... aceleró...
¿Estaba bien iluminada la calle? No, más o menos estaba, hay tres luces nada más por cuadra (esta suele ser la iluminación normal en las calles de barrio). Con esa luz distinguí el color y las figuras.
¿Y esto de los ojos rojos quien lo describió? (haciéndole referencia al artículo periodístico de la Revista Flash) No sé, no lo leí, ni idea... yo no.
Y después de esto ¿alguna vez viste algo raro? No, nunca más vi nada. Y ahora que uno dice las quiero ver de vuelta y paro y miro y nada.
¿Qué pensás ahora que fue eso? No sé yo nunca creí, que sé yo... nunca pero ahí si, en un momento dije esto era extraterrestre seguro pero viste cuando estás seguro, estaba segurísimo. Para mí era... es increíble. Yo no le vi ojos... piernas tampoco... brazos si, normal... veía ajustado en la cintura, como si tuviera un cinturón pero no lo veía.
¿A que distancia estarías vos de las figuras cuándo paraste la moto? Veinte metros... a dos casas estaba más o menos, empezando la esquina a dos casas, ellas estaban ahí. Y tienen todas diez metros de frente las casas. Es un barrio nuevo, un barrio tranquilo.
Al preguntarle sobre los otros testigos que la nota referenciaba en esa zona nos dijo que para él eran mentiras, inventos e historias generadas a partir de este hecho.
¿Alguna vez habías investigado o te había interesado el tema? No, no, nunca.
Después de esto ¿te quedó cierto temor a andar de noche? Sí, sí. Todos dicen quedate pero no puedo, yo me voy a la m..., me voy a la m...
¿Sentías que te podían hacer algo malo? No, por la sorpresa más que nada.
¿Eran diferentes de atrás que de adelante? Todo negro, toda una vestimenta negra. Era una monjita así chiquita, como una sotana y una capucha. Bueno chicos, disculpen que no los pude ayudar en nada pero es lo que vi...
Comentarios.
La fecha real del caso no era recordada por el testigo motivo por el cual pudimos acotarla en base a las referencias publicadas por la revista Flash.
Un tanto molesto por haber visto algo tan extraño nos comenta que todo el mundo le solicita en fiestas y reuniones que relate su experiencia con lo desconocido.
Está seguro del origen extraterrestre de los seres que vio y nos comenta que Luis Burgos le mostró en aquel entonces unas supuestas fotos de entidades similares a las que habría visto aquella noche.
Le parecía insólito nuestro interés y nos interrogaba respecto a si “habíamos descubierto algo”.
Su relato es sencillo y fresco, contando solo lo que recuerda y sin agregar nada.
Al mirar el artículo periodístico aclara que “está mal, dice que venía en bicicleta pero yo venía en moto”.Está claro que desconoce los otros casos que aparecen en el mismo.
Llama la atención su emoción al relatarnos su recuerdo que se mantiene vívido en su memoria, al igual que se mantiene el temor que siente al caminar por oscuras calles nocturnas.
A diferencia de otros casos Luis Javier Mango no quisiera volver a ver nada parecido pero sin embargo la curiosidad parece superarlo cuando dice “ y ahora que uno dice las quiero ver de vuelta, y paro y miro y nada...”.
Actualmente nos encontramos abocados a la obtención de los dichos de los restantes testigos que permitirán ampliar el presente informe y quizás los mismos nos permitan descubrir si estas supuestas entidades son Asociadas o No a Ovnis.
Nuevamente el Fenómeno nos muestra en este caso su cara más bizarra en la forma de unas siluetas que sin motivo aparente alguno se desplazan de manera insólita por una calle cualquiera de una ciudad cualquiera.
Cuando la ciudad de La Plata fue diseñada se tuvieron en cuenta muchos detalles, incluido el diseño de las primeras casas que se construyeron para los obreros que estuvieron varios años edificando los palacios de la nueva capital.
Pero también se tuvo en cuenta varias décadas después el diseño de las calles y veredas. Para muchas de las avenidas y diagonales se puso una especie arbórea particular que sirviera para identificarlas. Actualmente todavía puede verse algo de eso en la ciudad:
Avenida 1:Plátanos. Avenida 7:Plátanos (se removieron y trasladaron a 51 y 53 al empedrar esta avenida en 1908. Allí se pusieron tilos, los cuales tienen su historia ya contada en el blog). Avenida 13:Fresnos. Avenida 44:Tilos. Avenidas 51 y 53:Palmeras pindó (luego reemplazadas por plátanos). Avenida 60:Fresno americano. Avenida 66:Sofora. Diagonal 73:Jacarandás (colocados en 1920) Calle 47:Naranjo amargo. Una historia aparte es la de muchos de los árboles del bosque, que datan entre los primeros de la región. Los más antiguos que siguen en pie son los robles de 1 y 53, que fueron colocados en 1857 cuando allí estaba la estancia de Martín Iraola (que se ubicaba donde actualmente está el estadio de Gimnasia). También se pusieron los eucaliptos unos años después, en 1862.
Otra de las particularidades que tuvo La Plata durante mucho tiempo fue sus veredas, las cuales según el artículo municipal Nº 172 debían tener ciertas características que atendían a la estética, a la ubicación, y al resguardo de las personas. Hoy en día todavía pueden verse muchas de ellas.
Según el mismo, las calles de números pares se arreglaban con baldosas de color crema compuestas de nueve cuadrados, y a una baldosa de la línea de edificación iba colocada una hilera de baldosas color rojo para proteger al transeúnte de golpearse con alguna ventana o saliente de las casas, mientras que a una baldosa del cordón iba otra hilera del mismo color, en donde los paseantes deberían detenerse para cruzar la calzada.En el caso de las veredas de número impares era igual, salvo en que las guardas en vez de color rojo debían ser de color azul.
La misma regla se aplicaba para avenidas, pero para diferenciarla del resto de las calles el formato de las baldosas era de vainillas grises en lugar de cuadros color crema.
Fotos: 1. Eucaliptos sobre avenida 1 varios meses después de la fundación de La Plata, cuando todavía no pasaba por allí el ferrocarril. 2. Palmeras pindó en la esquina de 8 y 51, hace 126 años. 3. Robles en 1 y 53, los cuales se colocaron allí 25 años antes de la fundación.
Fuentes: "Ciudad de La Plata, su historia", Ricardo S. Katz "La Plata conserva veredas del siglo pasado", diario Hoy, 9/5/2001 "Historia de la riqueza forestal platense", diario Hoy, 13/2/1998