En la ciudad de La Plata puede verse que en las azoteas de los edificios más antiguos hay elementos decorativos como vasijas, cántaros, redomas o cráteras; también están presentes en el Paseo del Bosque, en jardines y plazas e incluso dentro de edificios públicos como la Casa de Gobierno o el Palacio Municipal.
En el libro “La historia oculta de la Ciudad de La Plata”, Gualberto Reynal cita a Chevalier quien dice que “El hecho de que la vasija esté abierta por arriba indica receptividad a las influencias celestes” y relaciona esta definición con la idea de que las vasijas y crateras de las que hablé deberían contener agua, pero por lo que afirma Reynal “al estar tapados, esos adornos no recepcionan tales influencias celestes y al no penetrar el agua, no entra vida y donde no hay vida… prevalece la muerte” [sic]. También sostiene que la función de receptores de energía que tendrían todos estos adornos, cumpliría la función de “contrarrestar las influencias negativas, que actuarían contra el crecimiento de La Plata y la felicidad de sus habitantes” [sic].
La misma teoría sostiene Marco Arios, la cual cito a continuación: “Es importante, por ejemplo, el elemento líquido, que es un elemento pesado, muy fuerte, se produce una buena descarga de la energía, y lo tenemos en donde debería ir, que es en los jarrones que están dentro de la municipalidad, fuera y en las plazas, por ejemplo en la Plaza Moreno. Ahí tendría que haber agua. También en los jarrones que están en el Bosque. En todos esos lugares tendría que haber agua, y no hay agua: han puesto tierra con plantas; se creen que son maceteros. No, ahí tiene que haber agua. Ahí sí, esas cosas sí pueden producir algo, descarga, porque están presentes los cuatro elementos siempre, en toda la ciudad de La Plata. Si hay una carga, física incluso, porque produce una especie de electrólisis en el ser humano: el ser humano tiene nervios y la mayoría de su peso es todo líquido, y bueno, eso es todo electricidad, son todos impulsos químico-eléctricos. Y el agua, colocada en jarrones de hierro, bueno, ya la conocemos desde la época antigua, en todas las construcciones de Grecia, de Roma; la conocemos incluso de la Biblia, como ese inmenso ‘mar de bronce’ que estaba en la puerta del Templo de Salomón. Hay una carga energética, muy positiva, que se logra en esa agua a través incluso de la luz del sol que le da, porque la carga positiva es el sol; lo negativo es la materia, el hierro, y produce un magnetismo muy especial en todos los objetos que se sumergen adentro”.
Por mi parte no soy de creer en esto de que unos simples elementos arquitectónicos y adornos tengan una función de contrarrestar posibles influencias negativas, o atraer energías de cuerpos celestes; me parecen teorías sin fundamentos y muy supersticiosas. Pero historias como estas hay muchas en La Plata, y por eso cito textualmente las distintas creencias para que también ustedes opinen cuanto puede haber de cierto en todo lo que se dice de la ciudad de las diagonales.
Fotos:
1. Jarrones en las escalinatas del Palacio Municipal.
2. Jarrón en 47 y diagonal 76.
3. Unos de los más famosos que están a orillas del lago en el Paseo del Bosque.
4. Este muy similar a los del bosque, está en la Plaza San Martín de Mar del Plata.
Fuentes:
“La historia oculta de la ciudad de La Plata”, Gualberto Reynal
“La Plata esotérica: La revelación final de los masones”, C.O.R.
“Programa de Inventario y catalogación de Esculturas en espacios públicos en la ciudad de La Plata” Secretaria de Cultura, Municipalidad de La Plata