4 de diciembre de 2011

Otro número oculto en el trazado platense

El trazado de la ciudad de La Plata es tal vez la característica más notoria de la ciudad fundada por Dardo Rocha, y por esa razón se le han dedicado muchísimas entradas del blog para desarrollar este tema.

Para crearlo se dice que Benoit se basó en una novela de Julio Verne, e incluso que no fue él su creador sino Juan Martín Burgos. También se cuentan historias sobre símbolos que se esconden en este plano, como una escuadra y un compás, el número áureo, o el árbol de la vida… incluso los mitos llegan a mencionar las extrañas apariciones de los números 13 y el 666.

Existe un mito muy difundido, el cual dice que otra de las características notables que tiene este diseño es el hecho de que gracias a que forma un cuadrado perfecto, si se divide el perímetro de la ciudad por la extensión de una de sus diagonales mayores (diagonal 73 o diagonal 74) da como resultado el número π, equivalente a 3,1416...

Sin embargo, lo que olvidaron quienes hacen esta afirmación, es que el número Pi es una relación para los círculos, y por lo tanto jamás podría hallarse en un cuadrado, como lo es el trazado de La Plata. Para poder hallarse el número pi, primero habría que trazar un círculo imaginario entre los cuatro bulevares (con centro en Plaza Moreno), y ahí si, a partir de su perímetro y diámetro, podría obtenerse este número.



Fotos:
1. Mapa de la ciudad de La Plata con el perímetro en rojo, diagonal 73 en verde y diagonal 74 en azul.

Fuentes:
“Un sueño, una Ciudad. La Plata Capital”, Logia La Plata Nº80
“Devotos de la escuadra y el compás”, revista La Pulseada

27 de noviembre de 2011

La Virgen de las Cenizas

El 18 de octubre de 1977 fue un día trágico para La Plata. Durante la tarde de esa jornada se desató un incendio en el Teatro Argentino (construido en 1887) y el edificio quedó destruido por completo, conservándose en pie sólo su fachada exterior.

Tras esta trágica
jornada, comenzó el rescate de los escombros de los pocos objetos que el incendio no había destruido… y fue enorme la sorpresa de la gente al encontrar que el fuego había dejado intacta la imagen de una virgen que se conservaba en los depósitos del teatro. Al ser una imagen realizada con papel y cartón, el hecho de que no hubiera sido dañada por el incendio fue considerado un milagro, y la “Virgen de las Cenizas” (como se bautizó en ese entonces) fue un milagro dentro de la tragedia del Teatro Argentino.

La figura había sido realizada por el Jefe de Utilería del Teatro Argentino, maestro Dino Orlandini para el primer acto de la ópera “Tosca”, y fue archivada en los depósitos del teatro al terminar la temporada de la ópera.

Tras rescatarla de los escombros del teatro, la Virgen de las Cenizas fue llevada a un altar en el extremo izquierdo de la catedral. El monseñor Antonio J. Plaza expresó en la misa en honor a la virgen: “Dios libró a la Inmaculada del fuego del pecado, y ha querido que esta imagen suya se vea también librada del fuego del Argentino, para que desde aquí bendiga todos los esfuerzos para que la ciudad tenga nuevamente su teatro, y su pueblo la anhelada paz”.

Posteriormente fue trasladada al museo de la catedral y restaurada por Raquel Orlandini, la hija del escultor que la había realizado. La imagen fue restituida al nuevo Teatro Argentino, en donde actualmente ya no se encuentra en exhibición.

Video: Incendio del Teatro Argentino:




Fotos:
1. Postal del antiguo Teatro Argentino de La Plata.
2. Foto de la Virgen de las Cenizas.
3. Llegada de la Virgen de las Cenizas a la Catedral de La Plata.

Fuentes:
“La Virgen de las Cenizas, La Plata, Ciudad de Buenos Aires”, Argentina Para Mirar
“Hállase en la Catedral la imagen del Argentino”, diario La Nación, 21/11/1977

20 de noviembre de 2011

La historia de Carniquicho

Esta es la historia de uno de los tantos personajes platenses, que fue escrita por Ramón Tarruella en su libro "Mitos y leyendas de La Plata" y publicada en el diario Hoy bajo el nombre "La fantástica historia de Carniquicho, el perro más famoso de La Plata"


Así como tiene un trazado ejemplar que es admirado en el mundo entero, La Plata también atesora un amplio catálogo de mitos, anécdotas y leyendas urbanas, cuyos protagonistas -humanos o no- perduran en el recuerdo de aquellos que hoy peinan canas o, en el peor de los casos, ya no tienen qué peinar.

Muchas de esas historias -entre ellas la que nos ocupa- llegaron a trascender los límites de la metrópoli, para cobrar una notoriedad que bien vale la pena rescatar del ostracismo.

Despertaba la década del ‘60 con todo su bagaje político, artístico y cultural cuando, tímidamente y sin que nadie lo llamara, irrumpió en escena Carniquicho, un personaje regordete, amigable y entrador, que no tardó en conquistar uno de los grandes escenarios sociales con los que por entonces contaba nuestra ciudad: la emblemática esquina de 7 y 49.

No era un bohemio, amigo de las charlas largas y distentidas. Cómo podría llegar a serlo, si ni siquiera había sido bendecido con el don del habla. Es más, Carniquicho no era humano, sino un perro, raza perro que a diferencia de Lassie no necesitó de la chapa de los grandes linajes, para ganarse su lugar en el mundo.

De tonalidad té con leche -expresión a la que suele apelarse cuando el color es más bien difuso-, andar cansino y mirada complaciente, el pichicho estableció su parada en la vieja confitería París, para recibir las caricias y los donativos (alimenticios), de aquellos muchachos que solían juntarse sin más excusas que el saludable culto a la amistad.

Cuentan quienes tuvieron la dicha de conocerlo que irrumpía de nochecita, generalmente sin anunciarse (es más, el muy pillo lo hacía de manera enigmática como para no levantar la perdiz).

Peregrinaba luego por los bares de la zona, y bien entrada la madrugada abordaba el micro 7 para ir a descansar quién sabe a dónde. Subía con alguno de los muchachos, es cierto; pero nadie sería capaz de negar que el misterio se fue con él.

Algo es seguro: al día siguiente volvía a aparecer para repetir la rutina, que sólo se interrumpió aquella vez que cayó en cana.

Sí, el pobre Carniquicho -que nada tenía que ver con los desprestigiados cimarrones del Bosque, que décadas más tarde lo sucedieron- durmió a la sombra, y por extraña paradoja del destino, eso fue lo que catapultó su fama hasta límites insospechados.

La perrera, despiadada, odiada, y cruel, lo sorprendió aquella vez. Primero se dijo que alguien había tirado la bronca porque se propasó con una de sus congéneres; pero luego se supo que había sido acusado de hidrofobia o de despacharse, al menos, con un soberbio tarascón sobre la humanidad de algún incauto transeúnte. ¿Carniquicho rabioso? ¿Carniquicho agresivo? Imposible, si no molestaba a nadie; es más, “ni siquiera se le conocía el ladrido”.

Sea como fuere, su detención fue correspondida con un auténtico aluvión de reclamos. La ciudad -y más aún los muchachos del trocén- no escatimaron esfuerzos. Como si se tratara de una epopeya, o en todo caso de una férrea resistencia al autoritarismo inflexible de sus captores, la lucha se prolongó durante una semana y, como no podía ser de otra manera, se vio coronada con el éxito.

A Carniquicho no se le conocía dueño, pero todos lo querían; y quizá por eso el festejo fue tan emotivo: comida de primera en un café de 7 y 51, y movida de cola para devolver la atención.

Su fama corrió como reguero de pólvora, y fascinada por la popularidad del can, la producción de Sábados continuados lo convocó para que fuera a Canal 9. Hacia allá rumbearon él y sus amigos, a entrevistarse con una de las grandes personalidades de la época: el conductor Antonio Carrizo.

El mito -cuya tendencia a crecer con los años es equiparable sólo con las hazañas que cuentan los pescadores- dice que contestó las preguntas con acertado lenguaje perruno. Pero lo cierto es que saltó sobre un sillón y ahí se quedó sentadito, para agachar la cabeza cada vez que alguien extendía su mano para acariciarlo.

Está claro que Raúl Portal se hubiera hecho un festín y quizás hasta lo hubiera contratado de columnista o cosa por el estilo; pero eran otros tiempos y (a diferencia de lo ocurrido con Lassie) su paso por el mundo de la farándula resultó mas bien efímero (digamos que tuvo esos cinco segundos de fama de los que tanto se habla por ahí).

Después, llegaron los primeros signos de envejecimiento; sus trotes se hicieron más lentos, y aunque no modificó su carácter (ni resignó su buen humor) comenzó a anunciar su retiro.

Ya no volvió a pintar por el centro, y hacia fines de esa década alguien se ocupó de comunicar lo ocurrido. Carniquicho había muerto, poniéndole el punto final a una historia que muy difícilmente pueda llegar a repetirse. No sólo porque los callejeros que hoy deambulan sin rumbo no gozan de aquella popularidad, sino también porque el ritmo de vida actual no deja demasiados resquicios para el necesario ejercicio de la camaradería.

6 de noviembre de 2011

La casa de los mil libros

Esta historia ocurrida en La Plata fue escrita por Ramón Tarruella en su libro "Mitos y leyendas de La Plata"; acá les dejo lo que fue publicado en el diario Hoy hace unos años:


Todo comenzó una mañana de diciembre del año 1989. La ciudad amanecía a buen ritmo y se esperaba una intensa jornada de calor. Algunos vecinos del barrio de plaza Castelli salían a hacer las compras, otros regaban las plantas y otros, más apurados, corrían disparando hacia su trabajo. En medio de ese clima matinal, un joven salió a buscar unas cañas para su mujer.

Ella y él eran del barrio. Ambos estudiaban en la UNLP y vivían en un departamento. Ella tenía adoración por las plantas, y su deseo era que sigan creciendo firmes con el sol de la temporada estival que comenzaba.

A pocas cuadras de su hogar, en calle 22 entre 65 y 66, había una misteriosa casa abandonada. Su fisonomía recordaba a una de las típicas casas de Ensenada pero ubicada en pleno casco urbano platense. Su distribución era en forma de L, estaba construida mitad madera y mitad chapa, con techos bien altos y, para completar la visual de una postal ensenadense, a su costado crecían una gran cantidad de cañas, las cuales podrían ser el sueño de cualquier pescador mojarrero.

Con la misión de cortar algunas que sirvieran como tutores de las plantas de su mujer, el joven se coló en la misteriosa casa. Munido con una hachita de mano y con su mochila de viajero en el hombro, cortó y apiló unas cuantas cañas. Antes de salir de la casa, hizo un pequeño recorrido y llegó por el patio hasta su fondo. Fue allí que descubrió un inmenso tesoro en su interior.

Como una invitación latente, una de las puertas del patio trasero estaba entreabierta, él no dudó en cruzarla, y para su sorpresa la abertura condujo a dos grandes salas totalmente repletas de libros. Los había de diferentes tamaños, colores y formas, ordenados en estantes y en el suelo, apilados en torres de hasta medio metro. Todo el lugar estaba colmado de volúmenes, lo que hacía difícil un recuento rápido.

Antes de salir, sacudió el polvo de algunos y descubrió que en su mayoría eran libros de historia de diferentes épocas y lugares. Todo parecía indicar que el dueño de esos libros sería un académico o un historiador.

Antes de dejar el lugar, se adentró en una de las habitaciones del frente de la casa. El mobiliario era sólo una antigua cama de hierro, pero un detalle de la decoración llamó poderosamente su atención. Las paredes estaban totalmente colmadas de almanaques de tiempos remotos. De entre ellos alcanzó a distinguir una fotografía. Era de una formación militar posando en la cubierta de una fragata, cuyos miembros estaban vestidos con anticuados trajes de combate. Buscó en la cara de los marinos el semblante que coincidiera con su idea de intelectual o historiador, pero no llegó a ninguna conclusión. Sin dar más rodeos, salió disparando de la casa, tan rápido que se olvidó las cañas cortadas para su mujer.

Al volver a su casa, le contó a ella sobre su descubrimiento y juntos volvieron a la antigua casa, en busca de alguna de aquellas reliquias encuadernadas que, sin dudas, constituían todo un tesoro para dos estudiantes.

Al llegar, entraron en la casa y, con prisa y sin pausa, llenaron de libros el bolso de viaje llevado para esa misión. Sin demasiados miramientos ni criterio estético, colmaron el equipaje y volvieron rápido hacia su casa.

A los pocos días de la faena en la casa abandonada, regresaron a su pueblo para pasar las fiestas de Navidad. Hasta allí llevaron algunos ejemplares que lograron canjear por libros que necesitaban para la facultad. De su botín inicial sólo conservaron un ejemplar sobre la Edad Media de Henri Pirenne, y un ensayo sobre la historia de la ciudad griega de Rubén Calderón Bouchet.

Una vez de vuelta en La Plata, la pareja decidió volver al lugar. Cargados con el bolso de la vez anterior, llegaron hasta la puerta de aquella secreta biblioteca pero, para su sorpresa, alguien había colocado un candado doble en la puerta de hierro que daba al patio. Observaron hacia el interior y nada parecía haber cambiado desde su última visita, allí estaba el patio intacto y el monte de cañas bamboleando con el viento.

Ambos calcularon que alguien los había visto entrar y avisó a los dueños de la casa para que tomasen algún recaudo para velar por la seguridad de aquel ignoto templo del conocimiento.

Con la sensación parecida a quedarse sin fichas para la calesita, la pareja dio media vuelta y volvió hacia su casa. En el camino de vuelta tal vez se dijeron que ya había sido suficiente y en una de esas se contentaron de que nadie los hubiese atrapado cuando se hacían de aquellos preciados volúmenes que habían trocado.

A los pocos días de su última visita, la pareja advirtió que algo inusual ocurría no muy lejos de su casa. Escucharon muy cercana la sirena de los bomberos y salieron a la puerta para ver qué pasaba. Allí pasaban a raudales los vecinos en dirección a la casa de los mil libros, que hasta ese momento sólo tenía importancia para ellos dos. Al llegar, fueron testigos del final.

El preguntó qué había iniciado aquel incendio y algunos vecinos le dijeron que algunos remanentes de pirotecnia de las Fiestas habían ido a parar a la casa y desataron las llamas.

Todo el barrio estaba parado observando el increíble foco de fuego que se había activado en aquella solitaria casa. Los bomberos casi no daban abasto y redoblaban sus esfuerzos para contener las llamas. Desde lejos, ellos miraban la escena.


Fuentes:
"Una ciudad de fábulas", Revista Tiempos, 18/3/2007
"La casa de los mil libros", diario Hoy,
"Mitos y leyendas de La Plata", Ramón Tarruella

30 de octubre de 2011

El misterio de las "monjitas" de Berisso (parte 3)

Esta es la tercera y última parte de las entrevistas sobre lo ocurrido con las "monjitas" que aparecieron en el barrio SUPE hace varios años:



* Continuando con la investigación:

A continuación y aprovechando que nos encontrábamos en las inmediaciones del lugar de los hechos, nos dirigimos hacia la vieja usina hidráulica, ubicada a unos trescientos metros al otro lado del Puente Roma, que cruza un riacho color petróleo que divide a las localidades de Berisso y Ensenada.

Esa zona está plagada de refinerías de petróleo pertenecientes a la empresa Repsol YPF, contando además con amplias instalaciones portuarias destinadas a la carga y descarga del crudo y derivados. Es un paisaje netamente industrial, salpicado de zonas parquizadas y sin viviendas particulares. Existen vías férreas, líneas de alta tensión y todo lo que un buen ufólogo buscaría y esperaría encontrar cerca del lugar de un encuentro. Es un paisaje un tanto desolador, con gigantescos tanques de combustible de al menos treinta metros de altura, chimeneas y torres de venteo, barcos entrando y saliendo del puerto y algunos edificios de oficina.

Justamente allí, en la ahora abandonada usina hidroeléctrica, con todo el aspecto de un castillo medieval, fue donde se habrían avistado unos extraños “gnomos” arrojándose y desapareciendo dentro de un pozo, por parte de testigos anónimos. La encuesta realizada a personal de vigilancia de Repsol YPF ubicados en una playa de estacionamiento contigua al predio de la usina, arrojó resultados negativos, ya que esta persona que hace años se desempeña allí, jamás había oído hablar del caso. En cambio, nos refirió que hace unos años, en las cercanías del lugar y yendo hacia la ciudad de La Plata, “algunos niños” habían asustado a la gente con calabazas iluminadas con velas durante la noche, lo que habría llevado a algunos a presumir la presencia “extraterrestre” en la zona. Nada más pudimos averiguar por el momento.

Así fue que ya siendo más de las 19,30 hs., emprendimos el regreso a Berisso a fin de entrevistarnos con el Sr. Luis Furlano.

Muy desconfiado, alegando que se debía a la ola de inseguridad que hay en todas partes, el testigo se negó a atendernos en el interior de su vivienda y además agregó que no le gustaba la idea de hablar de esto y de que otra vez se difunda su nombre ya que lo habían cargado mucho en su trabajo por aquél suceso.

De todas maneras accedió a contar los hechos y se prestó a un breve interrogatorio ya que su relato resultó por demás pobre, notándose en él las pocas ganas de volver sobre el tema de nuestro interés.



* Transcripción de la entrevista:

Entrevista realizada a Luis Furlano por Mariela Verónica De Tomaso y Miguel Ángel Gómez Pombo el día 31 de mayo de 2002 en la puerta de su domicilio en Berisso.


Yo llegué a la fábrica con la cabeza a mil viste, porque nunca me había pasado.

¿A qué distancia los tuvo?
Y...más o menos de aquí hasta la reja aquella (señala una distancia de aproximadamente 15 m). Y eran...precisarte si eran 6 o 7 no me acuerdo bien porque ya te digo, menos mal que vino el micro 14 (por el 214) que justo ese día vino enseguida sino yo no sabía...me temblaban las piernas.

¡¿Eran 6?!
Sí, sí, no era una sola, 6 o 7 eran, varios, no me acuerdo pero eran una bandita. Uno de esos muchachos medio se trastornó (por Poli) porque venían de un cumpleaños o algo así y decían que les habían puesto alguna droga en el cumpleaños porque puede ser haber visto eso. No quería salir de la casa.

¿Decían que estaba drogado?
Que fue una alucinación le decían, pero yo no había tomado nada, te imaginás.

¿Usted dónde iba?
Iba a trabajar a Alpargatas (Fábrica de zapatillas). Me tomaba el 14 (214) hasta Plaza Italia (en La Plata) y después me tomaba el Río (por la Empresa de micros Río de la Plata). A las 4, 30 hs. de la mañana o 4,20 hs. por ahí, salí por esta a la calle Nápoles.

¿Está cuál es?
152 norte o Puerto.

¿Por dónde pasaba el 214?
Por la 8. Y fui caminando y ellos venían así.

¿De la derecha suya, digamos?
Sí. Ahora hubo otra cosa también en la calle Callao y Habana, que tienen como un parquecito y ellos estaban ahí.

¿Quién lo vio eso?
Falleció la señora, la señora De Simone. También hubo otro caso por donde vive mi hermano que desaparecieron por un aljibe muy viejo, 72 y 10, había un jardín muy grande y muy viejo también, te hablo, no de la fundación de La Plata pero quizás de antes también, había un aljibe, sacaba el balde de abajo y los vieron aparecer y desaparecer por el agujero ese.

¿Cómo era lo que vio usted?
Mirá era algo parecido, a veces la impresión que te da no podés definir algo.

¿Usted iba caminando y lo ve viniendo?
Exacto, del lado de allá (de 153).

¿Y cómo venían?
Venían todos alineados, viste.

¿Caminaban?
Caminaban, sí.

¿Cómo eran?
Y como si fuera un monje, viste con el...(hace un gesto como de capucha) pero no...sin un rostro definido porque era de noche y venían en la oscuridad.

¿Por la vereda?
No, no, por la calle. Yo iba por la calle también.

Y cuando los ve ¿ellos lo ven a usted?
Sí, no, no, la verdad a mi no me molestaron ni apuraron ellos el paso, yo sí apuré el paso.

¿Cómo eran las caras?
No, no, no se ve porque tenés atrás una oscuridad, tenés faroles pero no estaba justo en la boca-calle. Ves una cosa borrosa, ves la imagen, la vi perfecta.

¿Qué color era?
Bueno, oscuro era seguro, a esa hora de la mañana.

¿No le veía color?
Y a esa hora no ves si el pasto es verde o es negro.

¿Y cómo caminaban?
No sé si caminaban o se arrastraban, no vi pero vi que venían bien, venían avanzando, yo no puedo definir, ya te digo la parte de abajo era como si fueran un monje con sotana, no era como si fuera “pulgarcito” que tiene pantaloncito corto y ves las piernas. No veía nada, veía como una sotana de un monje.

¿Todos juntos uno al lado del otro?
Sí, sí.

¿Y venían por la vereda o por la calle?
No, no, por el medio de la calle. No sé que otra cosa...

¿Qué pensó en ese momento?
(Silencio y gesto de no saber).

¿Se asustó?
Me impresionó...porque de asustarme, si me hubiesen atacado...pero me impresionó por ser una cosa que nunca había visto, viste.

¿Escuchaba algún sonido?
Sí, era como si fuera una melodía, como si fuera el trasfondo de una película que por ahí te hacen como un corito, un coro medio apagado así.

¿Provenía de ellos, como un canto?
Sí, sí, porque música a esa hora de la mañana que puede haber, ¡4,30 hs!

¿No le pareció una radio?
No, no, nada de eso, era de ellos, era de ellos.

¿Era canto o música?
No te digo que era como una melodía, como un canto, un coro, sé que era algo así pero definírtelo bien viste, como no soy músico, no.

¿Nunca escuchó algo igual?
No, no.

¿Algo religioso?
No te digo, como un coro de ángeles, viste una cosa así medio apagado.

¿Cómo los pierde de vista?
Cuando apuré el paso y me fui, ahí los perdí de vista, ni miré para atrás.

¿Ruidos de pasos?
No. Te digo si estos muchachos estuvieron más cerca que yo pudieron haber visto más que yo (refiriéndose a Leo y Poli).

No, no estuvieron (más cerca).
Dicen que aparecieron también en el edificio de la hidráulica en el tiempo ese. ¿Qué año fue?

Año 1990.
No, no, antes.

¿1984 u 85 puede ser?
Si puede ser, ahí sí.

Tenemos dudas con el año porque nadie nos supo precisar y el recorte no lo tiene.
Pero yo en el 90 me iba a la fábrica con el auto, no con el 214.

¿No recuerda bien la fecha o la época del año?
No, bien no. ¿Y estos chicos no se acuerdan?

No tampoco se acuerdan pero por la edad de ellos era el 90.
Pienso que antes, era casi primavera.

¿Hacía frío?
No me acuerdo pero el pasto estaba muy verde, sería casi primavera o hasta noviembre (podía ser).

¿Qué altura tenían?
Y un enano cuanto puede medir, 70 u 80 cm. Puede ser así (hace el gesto).

¿Qué pensó en ese momento, porqué dice que le dio miedo? ¿Cuál fue la sensación, qué era eso?
Fue una cosa, una impresión, no, miedo no porque ya te digo a mí no me atacó. Podés sentir miedo si te ataca un perro.

¿Lo sorprendió?
Me sorprendió y me quedó...

¿Le pareció que ellos lo vieron?
No, yo te decía, ellos habrán dicho “este no me molesta”, yo tampoco los molesto, no sé, no podría definir lo que pensaban ellos de mí.

Pero a lo mejor por alguna reacción que tuvieron...
No, no, no hicieron nada, siguieron caminando, ellos venían hacia el cruce de la calle, yo seguí para allá...(señala para la calle 8).

¿No se dio vuelta para nada, a ver que hacían?
No, no, ¡que me voy a dar vuelta!...

¿Se veían brazos?
Mirá te diría que no, viste que los monjes tienen como una capa, algo así, esto tiene una cosa así (dando a entender la existencia de una capucha).

¿Se les veía la cara?
No, no te digo que no, es una oscuridad.

Si, claro pero uno puede ver como que tiene cara ¿no?
No, no, no vi nada de eso.

¿Detalles de la ropa?
¡No te estoy diciendo que era todo cubierto! (medio ofuscado), aparte la oscuridad...

¿Cuándo lo comentó? ¿A quién se lo comentó primero?
Se lo conté a uno y empezó con las cargadas (bromas) viste y después el muchacho que estudiaba eso (un compañero de trabajo) me dijo que era el Pombero (supuesta leyenda del norte argentino) eso y que había una persona que se encontraba con ellos en una época del año en un valle en el norte y que me dijo lo mismo que también Romaniuk.

¿Y su familia?
Lo tomaron porque no solo a mí me había pasado, fue el comentario de todo el barrio, a estos chicos también les había pasado, o sea que si soy yo solo me podían tomar de loco pero...a otra gente y otros casos te estoy diciendo.

¿Aparentemente ustedes vieron esa noche lo mismo?
Sí, ellos venían ese sábado del cumpleaños. Yo sábado iba a trabajar. Este muchacho no lo tomó a risa, después vino Romaniuk que me enseño una piedra que tiene, que no sé el origen o que finalidad tiene, como una cosa cónica con muchas caras, con luces, color azulado...

¿Entonces los seres venían avanzando?
Sí, venían avanzando.

¿Y usted ve el auto de Poli?
No, no, podía venir un tren que yo no lo veía.

¿Y cómo se enteraron que habían visto lo mismo?
Porque vino el comentario de ellos y yo dije no se rían que a mí también me pasó porque me vinieron a ver. El chico que estaba afectado, vinieron el padre y la madre a verme.

¿Los que vivían frente al video club?
Sí, vinieron a verme y les dije sí, yo también los vi. Porque ellos pensaban que se había pasado con la bebida o habían tomado alguna droga. No le digo, no tomaron nada, yo también lo vi.

¿Y qué piensa que podían estar haciendo ahí estos seres?
Y escucháme, lees tantas cosas, ves tantas cosas que a veces no sabés ni que pensar viste. Puede ser gente de otras civilizaciones, gente de otro planeta, no sé que pensar viste, porque tienen que ser personas que lo hayan estudiado y profundizado al tema.

¿Siguió pasando por ahí?
Sí, sí. Ahora a pie no porque ando con la camioneta.

¿Y en los días siguientes quedó con temor?
Mirá resquemor tenés pero si no te hicieron nada una vez, que te van a hacer otra vez.

¿Alguna vez leyó sobre OVNIs o le interesó el tema?
Mirá yo leí cosas superficiales.

¿Después o antes?
Después, casos donde se han parado aparatos ahí y han quemado el pasto.

¿Dibujó lo que vio?
No, lo dibujó Romaniuk y fue lo que vi yo.

¿Haría un dibujo?
No, no tengo mano para dibujar, dibujalo vos. (Mariela hace el dibujo en base a los comentarios e indicaciones del testigo, acto seguido le mostramos el dibujo de Leo respecto del cual dice que coincide bastante con lo visto por él). Pero le veo más forma como si tuvieran un cinturón...y los hombros, la parte de arriba más en punta y la túnica como ajustada a la cintura. (Insistimos para que dibuje pero no quiere). Bajaba más acampanada y notaba los hombros más o menos.

Tratamos de tomar mejor la imagen que le quedó a usted.
Sí, que pasó pasó.

¿Alguien vio ojos rojos?
No que yo sepa.

No coincide con nadie lo de los ojos rojos (eran versiones de la revista Flash) ¿Alguna vez volvió a ver algo raro?
No.

¿Antes?
Tampoco.

Bueno, gracias.



* Comentarios.

El problema de la fecha se debió a que el artículo de Flash citaba los días pero no el año y nosotros contábamos con el recorte solamente. Ayudó a poner claridad el recuerdo de Leo y Poli que coincidían como para datarlo en 1990, ya que sus edades eran 22 y 19 años respectivamente en el momento de los hechos y además ambos tenían vehículos lo que también nos indicaba que no podía estar en lo cierto lo que decía Furlano de que era antes ya que los chicos tenían 15 años. Para constatar mejor revisamos el almanaque de esos años y coincidían los días perfectamente con el año 1990 y para terminar de reconfirmar el dato recurrimos a un nuevo integrante del Proyecto Catent que cuenta con innumerables fuentes, se trata de Fabio Picasso quien ha llevado adelante un trabajo tremendo de recopilación de fuentes denominado MEGACAT y rápidamente salimos de cualquier duda ya que nos citó el siguiente titular: Los "Monjes veloces" que conmocionan a Berisso (*) 23/9/1990 Diario Popular (Buenos Aires).

Tenemos tres testigos de un mismo hecho, la misma madrugada, sus versiones y descripciones son similares, a continuación analizaremos algunos detalles que marcan diferencias que sin embargo no afectan la esencia de lo avistado.

Poli las describe como dos figuras de más o menos un metro, negras, que se desplazaban rápidamente de vereda a vereda, desde 153 a 152 norte.

Leo coincide en que eran dos figuras negras, de un metro pero nos habla de que caminaban tipo pingüinito y a una de ella le ve un extraño brillo en el pecho, curiosamente compara este brillo con el del petróleo siendo empleado de la empresa Repsol YPF. A diferencia de Poli y coincidiendo con lo dicho por Furlano, no le ve brazos. Siendo, sin embargo, notable la similitud de los dibujos de estos dos últimos.

Leo las ve en la esquina de 152 norte y 9 y Furlano las ve viniendo por 9 desde 153, unos 20 metros antes de llegar a 152 norte.

El brillo que Leo ve en el ser podría ser el reflejo de las mismas luces del auto, ya que le prendió todas las luces del Fiat 600.

Furlano aclara que la cabeza era más puntiaguda, como la hizo Leo.

El desplazamiento de las figuras es diferente para cada testigo, para Poli eran muy veloces y lo hacían de vereda a vereda aunque cuando las ve de más lejos en una segunda oportunidad dice que ya venían más lento, para Leo el que caminó era como un pingüino y para Furlano caminaban o se arrastraban, alineados aunque no estaba muy seguro de poder definirlo así.

La mayor diferencia en cuanto a lo que vieron es a nuestro entender la cantidad de seres, ya que Furlano ve 6 o 7 que venían uno al lado del otro por la calle y los otros testigos vieron 2 aunque en la charla con Poli nos aclaró que le resultaba difícil precisar la cantidad debido a la velocidad con que se movían.

La historia contada por Luis J. Mango (Poli) en la primera parte del informe es para tomar con cautela ya que su relato respecto a horarios y alguna circunstancia del avistamiento como quedó aclarado anteriormente están alteradas debido a situaciones de índole personal. De todas maneras merece plena confianza el relato en cuanto a las entidades observadas.

Respecto al horario tanto Furlano como Leo entraban a sus trabajos y recuerdan con mayor seguridad y precisión la hora del encuentro que sería entre las 4,15 y las 4,45 hs. Con una posible duración mínima de 15 minutos desconociéndose el momento en que desaparecieron, que se encuentra acotado por la última observación y el momento en que Leo regresa con su compañero de trabajo.

Furlano no recuerda haber visto el auto de Poli en esa madrugada, sin embargo los relatos de los chicos y los comentarios respecto a diálogos existentes entre sus padres y Furlano (la gente grande desconfiaba de los jóvenes) hacen pensar que si bien Furlano pudo no haber visto el auto en esa noche los padres de Poli o de Leo (quien si vio a Furlano en esa noche) habrían hablado con Furlano para corroborar los dichos de sus hijos.

Al parecer Luis Furlano confunde las fechas y hasta nos hablaba de una fiesta de 15 años a la que habrían asistido los chicos Mango y Olivera (los cuales no hicieron mención de la misma en las respectivas entrevistas) y se muestra muy reacio a hablar del tema con temor. Podemos notar que su memoria parece fallar tal vez debido a no querer recordar esos sucesos o tal vez debido al paso de los años.

Una pauta común que hemos observado en varios casos de avistamientos con multiplicidad de testigos, es que no suelen hablar entre ellos de lo vivido sino que por el contrario es común escucharlos decir que no saben bien lo que el otro ha visto y que nunca se sentaron a charlar de los hechos.
Notamos con preocupación el comportamiento de ciertos colegas que no dudan en mostrar dibujos de otros casos sugiriéndoles a los testigos que se trata de lo mismo que ellos vieron y diciéndoles además que seguramente es de procedencia extraterrestre cuando no hay certezas al respecto, no habiendo luces u objetos asociados al encuentro de los cuales poco o nada sabemos.

Un párrafo aparte le dedicamos a don Pedro Romaniuk quién en algún momento fue referente de la ufología argentina pero que en su visita al testigo Luis Furlano le mostró una piedra a la cual le atribuía poderes, este detalle quedó más grabado en el testigo que el hecho en sí y le provocó mayor confusión, además de quedar muy sugestionado. Este comportamiento lo único que hizo fue restarle seriedad al tema y ridiculizar la investigación ufológica. Quizás sea este uno de los motivos por los cuales este testigo no quiere conceder entrevistas a los investigadores.

La descripción de los seres, llamadas por la prensa y por los testigos “las monjitas” nos recuerdan los relatos de la Santa Compaña en Galicia, España. Ya que se trata a grandes rasgos de una procesión de almas en pena, vestidos con túnicas con capucha que vagan durante la noche.

Aquí citamos fragmentos del artículo de Paula Cristobo “LA SANTA COMPAÑA ENTRE EL MITO, LA REALIDAD Y LA SUPERSTICIÓN”

“...Han sido muchos los sociólogos que intentaron encuadrar esta tradición y darle unas características comunes pero hay tantas variantes que esta tarea se hace imposible, con lo que se llega a la conclusión de que cada aldea o pueblo tiene una santa compaña con identidad propia.

...Las versiones mas compartidas de porque las ánimas vienen a este mundo y andan por los caminos buscando a alguien son las siguientes:

Para reclamar el alma de alguien que morirá en breve tiempo después de esta aparición.

Para reprochar a los vivos faltas o errores cometidos.

Para pedir misas a los familiares vivos y que cumplan los votos que ellas prometieron en vida y no cumplieron.

Para comunicar la muerte de algún conocido al que presencia la procesión.

Para cumplir una pena infringida por alguna autoridad del mas allá a fallecidos en pecado para así restituir el mal hecho por ellas.”

...Muchos de los testigos que afirman haber visto la Santa compaña aseguran haberla visto precisamente en un cruce de caminos, espacios en donde según algunas creencias se llevaban a cabo ancestrales ritos mágicos o de curación se producían apariciones no deseadas, reunión de almas, brujas etc,.

...Así es como llaman a La Santa compaña en Asturias, también conocida como La Buena Gente”.

La Buena Gente también aparece en la mitología celta y es tomada en consideración por el investigador Jacques Vallée en sus diversos libros responsabilizando a estas entidades por los modernos encuentros con extraterrestres. Creando así una interesante teoría unificada de las apariciones.

Por nuestra parte seguimos en la investigación y sin respuestas.