Plano de Tolosa en 1871, superpuesto sobre el actual plano de La Plata. En azul se ve cómo era el pueblo en esa época, y en rojo la ubicación y dimensiones del cementerio |
Las constantes epidemias de cólera durante el siglo XIX hicieron necesario construir un cementerio en Tolosa, que fue encargado por la Municipalidad de Ensenada y se finalizó en 1874 (8 años antes de la fundación de La Plata). Se ubicaba entre las calles 522, 526, 120 y 118, y en esta última estaba su ingreso por lo cual era conocida como “calle de la amargura”. Funcionó durante 12 años hasta que fue clausurado en 1886 cuando se estaba por inaugurar el Cementerio de La Plata, y se dispuso trasladar los cuerpos para cerrar definitivamente esta vieja necrópolis.
Los fallecidos que no fueron reclamados por ninguna familia quedaron abandonados en sus bóvedas o sepulturas, así fue que en 1902 la Municipalidad dispuso trasladarlos a un osario común en el nuevo cementerio. Pero en 1908, mientras revisaba los restos, el administrador del cementerio José P. Peralta encontró una caja intacta que lo sorprendió al abrirla: “contenía una momia de un cuerpo entero y mascara intactas, de ojos semicerrados, con su dentadura superior al descubierto en una mueca risueña; atada con cabeza con un pañuelo cuyas puntas fingianle la mariposa de una corbata de moño, la cabellera larga y descolorida, las ropas interiores y exteriores en perfecto estado”. El hallazgo fue dado a conocer al instante, y dos días después era anunciado en el periódico Buenos Aires: “Este cuerpo ha estado en uno de los nichos que existían en el Cementerio de Tolosa y la fecha de inhumación data de unos 20 años por lo menos. Las condiciones en que se halla son tan raras como curiosas. Observándole bien, es exactamente idéntico a un Cristo con sus carnes disecadas y totalmente entero”.
Los curiosos no tardaron en llegar al cementerio a visitar al “muerto popular”, como se lo llamaba en esos días. Varios diarios platenses mencionaron extraños fenómenos luminosos, ya que se decía que “sus manos entrecruzadas echaban luces”, mientras que el diario La Nación denunciaba que esto no era más que la superstición y el fanatismo de la gente. Un empleado del cementerio tuvo la idea de colocar el cuerpo momificado en el altar de una capilla, y así fue como varios devotos de este desconocido asistían para hacerle pedidos y plegarias.
El espectáculo duró poco más de un mes, ya que se decidió colocar a la momia en un nicho. Años más tarde, Antonino Lamberti reconoció el cuerpo y pudo identificar que se trataba de su amigo, el poeta Matias Behety, quien había muerto en agosto de 1885 en el hospital de Melchor Romero a la edad de 35 años para luego ser sepultado en el cementerio de Tolosa. Tras conocerse su identidad, la familia de Behety mandó a construirle un mausoleo de mármol y granito para sus restos en el Cementerio de La Plata con un busto en donde se esculpió su rostro.
Fotos:
1. Plano de Tolosa en 1871, superpuesto sobre el actual plano de La Plata. En azul se ve cómo era el pueblo en esa época, y en rojo la ubicación y dimensiones del cementerio.
2. Esquina actual de 525 y 119 de Tolosa, en donde hasta hace 124 años estaba la entrada al cementerio. Se dice que al construir las casas que ahora están en esos terrenos, se encontraron objetos que pertenecieron a la necrópolis tolosana.
3. Imagen de Matias Behety, uno de los primeros poetas platenses.
4. Foto del mausoleo que se le construyó a Behety en el Cemeterio de La Plata.
Fuentes:
“El cementerio” de la página tolosasite
“Mitos y leyendas de La Plata”, Ramón Tarruella
“El bohemio que se convirtió en momia”, Diario Hoy, 26/9/2006
“De poeta a momia”, Diario Hoy
“La momia de Tolosa”, Revista Tiempos, 28/11/2004 “El cementerio de La Plata”, del blog El Navegante Solitario
Otras entradas de interés:
* El cementerio indio de la Casa de Gobierno
* La maldición de las momias
* El tranvía fúnebre
Los fallecidos que no fueron reclamados por ninguna familia quedaron abandonados en sus bóvedas o sepulturas, así fue que en 1902 la Municipalidad dispuso trasladarlos a un osario común en el nuevo cementerio. Pero en 1908, mientras revisaba los restos, el administrador del cementerio José P. Peralta encontró una caja intacta que lo sorprendió al abrirla: “contenía una momia de un cuerpo entero y mascara intactas, de ojos semicerrados, con su dentadura superior al descubierto en una mueca risueña; atada con cabeza con un pañuelo cuyas puntas fingianle la mariposa de una corbata de moño, la cabellera larga y descolorida, las ropas interiores y exteriores en perfecto estado”. El hallazgo fue dado a conocer al instante, y dos días después era anunciado en el periódico Buenos Aires: “Este cuerpo ha estado en uno de los nichos que existían en el Cementerio de Tolosa y la fecha de inhumación data de unos 20 años por lo menos. Las condiciones en que se halla son tan raras como curiosas. Observándole bien, es exactamente idéntico a un Cristo con sus carnes disecadas y totalmente entero”.
Imagen de Matias Behety, uno de los primeros poetas platenses |
Foto del mausoleo que se le construyó a Behety en el Cemeterio de La Plata |
Los curiosos no tardaron en llegar al cementerio a visitar al “muerto popular”, como se lo llamaba en esos días. Varios diarios platenses mencionaron extraños fenómenos luminosos, ya que se decía que “sus manos entrecruzadas echaban luces”, mientras que el diario La Nación denunciaba que esto no era más que la superstición y el fanatismo de la gente. Un empleado del cementerio tuvo la idea de colocar el cuerpo momificado en el altar de una capilla, y así fue como varios devotos de este desconocido asistían para hacerle pedidos y plegarias.
El espectáculo duró poco más de un mes, ya que se decidió colocar a la momia en un nicho. Años más tarde, Antonino Lamberti reconoció el cuerpo y pudo identificar que se trataba de su amigo, el poeta Matias Behety, quien había muerto en agosto de 1885 en el hospital de Melchor Romero a la edad de 35 años para luego ser sepultado en el cementerio de Tolosa. Tras conocerse su identidad, la familia de Behety mandó a construirle un mausoleo de mármol y granito para sus restos en el Cementerio de La Plata con un busto en donde se esculpió su rostro.
Fotos:
1. Plano de Tolosa en 1871, superpuesto sobre el actual plano de La Plata. En azul se ve cómo era el pueblo en esa época, y en rojo la ubicación y dimensiones del cementerio.
2. Esquina actual de 525 y 119 de Tolosa, en donde hasta hace 124 años estaba la entrada al cementerio. Se dice que al construir las casas que ahora están en esos terrenos, se encontraron objetos que pertenecieron a la necrópolis tolosana.
3. Imagen de Matias Behety, uno de los primeros poetas platenses.
4. Foto del mausoleo que se le construyó a Behety en el Cemeterio de La Plata.
Fuentes:
“Matías Behety" de Telmo Manacorda
“Breve historia de Tolosa”, Francisco Laborde
“El cementerio” de la página tolosasite
“Mitos y leyendas de La Plata”, Ramón Tarruella
“El bohemio que se convirtió en momia”, Diario Hoy, 26/9/2006
“De poeta a momia”, Diario Hoy
“La momia de Tolosa”, Revista Tiempos, 28/11/2004 “El cementerio de La Plata”, del blog El Navegante Solitario
Otras entradas de interés:
* El cementerio indio de la Casa de Gobierno
* La maldición de las momias
* El tranvía fúnebre
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