El mecánico Herminio Minoli vivía en avenida 1 entre 58 y 59, en una de las pocas edificaciones que había allí hacia 1932. El día 11 de septiembre de ese año, luego de terminar su jornada laboral decidió irse a dormir temprano; así que cerró la casa (dejando puesta la llave en la puerta que daba a la calle), cruzó el pequeño jardín y fue a su habitación.
Su sueño se vio interrumpido a eso de las 4:00 de la mañana por unos ruidos extraños, pero les restó importancia y siguió durmiendo. Se levantó a las 6:00 como todas las mañanas y después de cambiarse y desayunar tranquilamente, cruzó el jardín delantero para salir a la calle e ir a su trabajo. Pero antes de llegar a la puerta quedó desconcertado por lo que vio. Había dos montículos: uno de tierra recién extraída y otro de ropas viejas. Se acercó y pudo observar que la tierra era de un boquete en medio de su jardín, que bajaba unos metros y continuaba hacia una especie de túnel. Todo esto lo había dejado perplejo y necesitó un momento para recapacitar. Ni bien comprendió que era lo que había ocurrido, cruzó corriendo la avenida 1 hasta la Cárcel de Encausados que estaba enfrente y dio aviso al oficial de turno: había ocurrido una fuga.
La Cárcel de Detenidos y Encausados se había trasladado a la Penitenciaría que estaba funcionando en 1 entre 58 y 59, en un edificio construido originalmente para que funcione allí una escuela de artes y oficios. Pese a que se le realizaron grandes modificaciones para su nueva función, no se pudo revertir la falta de seguridad que tenía ese edificio por tener un subsuelo. Esto quedó demostrado tan solo unos meses antes de la fuga: El 15 de enero un hombre pasaba caminando por la vereda de la cárcel a las 4:45 de la mañana, y notó que desde una rejilla que comunicaba el subsuelo con la calle se escuchaban ruidos y se había desprendido parte del revoque; rápidamente avisó al guardia, y descubrieron que diez reclusos del Pabellón 1 habían cavado un túnel de 1,5m de profundidad desde sus celdas hasta el subsuelo, pero afortunadamente lograron detenerlos antes de que escaparan.
Ese intento de fuga parece que no alcanzó para que se mejoraran las medidas de seguridad, ya que la evasión del 12 de septiembre necesitó meses para prepararse. Los presos se levantaban a las 7:00 para salir de sus pabellones e ir a los talleres o patios generales, pero esa mañana no fue así. Los guardias del pabellón todavía no habían sido alertados de la fuga, por lo cual continuaron con su rutina diaria y fueron a despertar a los reclusos a las 6:50 am. Les resultó muy extraño que nadie despertara incluso después de que uno de ellos sacudiera las camas, y la sorpresa llegó cuando levantaron una de las sábanas: Todos los reclusos eran muñecos hechos con ropa vieja, que habían sido cuidadosamente colocados de forma que pareciera que todos estaban durmiendo. Inclusive usaron cabellos reales para tapar las cabezas de tela.
Esta fuga masiva no tardó en ser noticia, y las autoridades emprendieron una búsqueda de los 33 recluidos que habían escapado, los cuales eran 1/6 de la población total del penal. Aunque todos fueron recapturados en los días y semanas siguientes, lo que más llamó la atención fue la astucia con la que lograron engañar a los guardias para conseguir su libertad. El túnel de casi 100 metros de largo atravesaba varios pabellones y oficinas de la cárcel, para luego cruzar la avenida 1 y terminar en el jardín de la casa de Herminio. El boquete de entrada se había hecho con un cortafierros en el piso de hormigón Portland del pabellón y tenía una profundidad de 1,5m. Desde allí se iba al túnel iluminado con varias luces, ya que los reclusos trabajaron durante las noches para no ser descubiertos. Además utilizaban fuelles para procurarse aire y se turnaban los trabajos, usando una barreta para cavar y una olla para retirar la tierra.
La muestra final de la libertad que tuvieron para planear su escape, fueron los “recuerdos” que les dejaron a sus vigilantes. Antes de abandonar el pabellón escribieron “se algila” en papel de envolver, y colgaron ese cartel como burla ya que el lugar había quedado deshabitado. También pusieron cerca del túnel una leyenda que decía “paso de los libres”.
Fotos:
1. Foto de Herminio Minoli.
2. En esta foto se ve la salida del túnel que apareció en su jardín, junto al montículo de ropa que dejaron los prófugos.
3. Aspecto actual y antiguo de la Penitenciaría de 1 y 59.
4. La foto de arriba muestra la trayectoria del túnel por debajo de avenida 1, y la de abajo es la barreta usada para cavar.
5. A la izquierda un policía contempla los falsos cuerpos de trapo que hicieron los presos para simular que estaban durmiendo, y a la derecha la entrada al túnel en el piso del pabellón.
6. Algunos de quienes lograron evadirse de la cárcel.
7. Carteles que dejaron como burla hacia quienes debían vigilarlos.
Fuentes:
“Por un túnel se evadieron 33 recluidos, de la Cárcel de Encausados de La Plata”, Diario El Día, 13/9/1932
“Varias declaraciones recibió el juez en la Cárcel”, Diario El Día, 14/9/1932
Información del Museo policial “Inspector Mayor C. Vesiroglos”
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